lunes, 8 de febrero de 2021

02 DE FEBRERO: TRECEAVA AUDIENCIA

 LA BASE DEL GENOCIDIO

En una nueva audiencia del juicio por los CCD de las Brigadas de Investigaciones del conurbano bonaerense se escuchó el testimonio de concepto de Stella Segado, especialista en archivos de las Fuerzas Armadas y ex funcionaria de área de Derechos Humanos del Ministerio de Defensa. La estructura del Sistema Nacional de Inteligencia, sus reglamentos, misiones y funciones quedó evidenciada en una exposición ampliamente documentada. El aparato de Inteligencia, que ha sido definido por los propios jerarcas militares como la base del genocidio, apenas ha sido revisado y juzgado en nuestra zona. 


Por HIJOS La Plata

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INTELIGENCIA PARA LA REPRESIÓN

La audiencia del 2 de febrero se centró en la testimonial de STELLA SEGADO, licenciada en Gestión de Políticas Públicas, especializada en archivos de Derechos Humanos en la Universidad de Barcelona, quien ha trabajado con los archivos de Conadep en el área de políticas reparatorias de la entonces Subsecretaría de DDHH de Nación desde 2001, en 2007 pasó a coordinar ese fondo documental como parte del Archivo Nacional de la Memoria, y fue entre 2011-2015 titular de la Dirección de Derechos Humanos del Ministerio de Defensa en la anterior gestión de Agustín Rossi, que implementó el llamado SAD (Sistema de Archivos de la Defensa), plataforma también conocida como “Archivos Abiertos”.   https://www.argentina.gob.ar/defensa/archivos-abiertos/sistema-de-archivos-de-la-defensa

Segado comenzó explicando que sus estudios se han especializado en lo referido al CCD Campo de Mayo, esto es la estructura represiva de la Zona 4 del Ejército Argentino – siendo que en este juicio se analiza la Zona 1, Subzona 11 y Áreas 111 a 113 -, pero que su experiencia en el cotejo de archivos le permiten interpretar documentos para aportar a este debate ya que las misiones, funciones y la estructura de la fuerza fue la misma en todo el país. Agregó que su exposición está basada en documentos oficiales, tanto reglamentos como leyes y decretos que definieron la organización de la fuerza hace 40 años, y que su aporte es explicar la organización del Sistema Nacional de Inteligencia y mostrar cómo el Ciclo de Inteligencia forma parte de toda la estructura de la fuerza.

En principio anunció que  haría una explicación de lo general a lo particular y definió al Sistema Nacional de Inteligencia (SNI) como una estructura compleja en la cual cada una de sus partes constitutivas tiene contacto al manos con otra de ellas, esto es, un contacto de 1 a 1 entre los distintos órganos que define toda la burocracia del área.  

Explicó que en la década del ’70 el SNI estaba conformado por una Central Nacional de Inteligencia (CNI), integrado por la SIDE, las jefaturas de Inteligencia de las 3 Fuerzas Armadas y del Estado Mayor Conjunto y las áreas de inteligencia de las fuerzas federales y de las policías provinciales, todos estos órganos vinculados funcional y permanentemente que producían material para la CNI y cuya función era producir Inteligencia Estratégica Nacional con carácter de oportuna, estratégica y esclarecida para la toma de decisiones estratégicas.  A ese conjunto de órganos se denomina Comunidad Informativa (CI). Existía entonces un Ciclo de Inteligencia que consistía en una secuencia de actividades de formulación de Inteligencia divida en etapas, en un proceso no necesariamente lineal. Esa secuencia implicaba las fases de Planificación, Reunión de Información, su Procesamiento, su Interpretación y Elaboración como Inteligencia y su Difusión.

Segado aclaró que la Información no es Inteligencia, ya que los datos, ciertos o no, pasaban por un proceso de análisis, chequeo y valoración para poder ser considerados Inteligencia.

Según al especialista la Planificación implicaba la existencia de una orden de batalla, donde se avaluaban las “capacidades y debilidades del enemigo” (nótese el lenguaje típicamente castrense) y donde había Elementos Esenciales de Inteligencia (EEI), preguntas básicas sobre el “oponente” y los denominados Otros Requerimientos de Inteligencia (ORI), esto es, otras preguntas que se derivan de los EEI.

Como ejemplo Segado mostró la Orden de Operaciones 9/77 llamada “Continuación de la ofensiva sobre la subversión”, un documento de 700 fojas emitido en junio de aquel año por el Estado Mayor del Ejército y firmado por el jefe del Comando del 1er Cuerpo de Ejército, Carlos Guillermo Suarez Mason . En su anexo 3, dedicado a las tareas de Inteligencia, figuran como EEI varias preguntas referidas a  la capacidad de la Organizaciones Político Militares (OPM) de influir en las acciones de gobierno y el apoyo que aquellas tuvieran, mientras los ORI se orientan al apoyo desde el exterior que tuvieran las OPM. En el documento se disponía poner especial atención a la organización Montoneros y a los sectores obreros y estudiantiles. “La orden implicaba ordenar a los responsables de la Zona 1 que salgan a buscar esa información” afirmó Segado. 

Respecto a la Reunión de información, explicó que se realizaba a través de diversas Fuentes, entendidas como personas, cosas, medio social, tanto “abiertas” (públicas) como cerradas” (secretas y de obtención por contrainteligencia y operaciones especiales). Respecto a las personas como “fuente” Segado aclaró que se trata de personas que en su plena facultad de decidir dan información, y mostró el RC16-1, Reglamento de Inteligencia Táctica del Ejército del año ‘77, donde se define la tarea de Reunión como “actividad de ejecución” consistente en la “explotación sistemática de las fuentes de información” para elevar material a los Comandos o Técnicos de Inteligencia. “Esto define la tarea que realizan las Secciones o Compañías de ejecución”, señaló la especialista, y como ejemplo citó  de “Ejecución de Blancos” donde regula las operaciones sobre personas concretas o grupos previamente seguidos por la CI o localizados fugazmente. Destaca aquí la existencia de un canal de Comando, definido por la estructura operacional, y un canal Técnico, entendido como la circulación de órdenes hacia abajo y de acciones hacia arriba en la estructura vertical castrense.

En cuanto al Procesamiento de la información se entiende como tareas de análisis e interpretación para trabajar diversas hipótesis, y especialmente un sistema de valoración de la confiabilidad de las fuentes expresado en un sistema de doble chequeo de fuentes asentado en siglas descendentes, desde A2, muy confiable y donde las fuentes coinciden, hacia abajo. La Interpretación y Elaboración de Inteligencia sería la creación del producto real de Inteligencia realizada por analistas que generan elementos de base para realizar operaciones. En este caso los analistas son cuadros ocupados tanto personal de la oficialidad de las Fuerzas Armadas como Personal Civil de Inteligencia (PCI), regidos por la Ley 17.112 del ’67 de estatuto del personal de Inteligencia, que operaban de manera secreta y con apodos. Finalmente la Difusión implica la creación y emisión de documentos de inteligencia a los distintas dependencias, incluidos informes de interrogatorios a detenidos.

La testigo Segado explicó luego que existen distintos Niveles de Inteligencia definidos como Estratégica Nacional, referida a la política de estado y actos de gobierno y conducida por la CNI; Estratégica Militar, sobre los planes estratégicos militares y a cargo del Estado Mayor Conjunto del Ejército o de los jefes de las fuerzas; Estratégica Operacional, para la acción concreta sobre “blancos” realizada por las Unidades de Inteligencia (Batallón 601 –dependiente del jefe del Ejército-, los Destacamentos a su cargo y las Secciones de otros agrupamiento de Ejército como Regimiento, Batallones, etc); y una Inteligencia Táctica de Apoyo, referida a capacidades y debilidades del “enemigo”, de aplicación inmediata (según el reglamento RC16-5 de febrero del ’77 “en base a información obtenida de prisioneros delincuentes subversivos”) y realizada por un grupo llamado Sección de Operaciones Especiales que revistaba directamente a los mandos superiores y realizaba la Contrainteligencia.  

Segado aclaró que la tarea de operaciones además de la creación de inteligencia y “ejecución de blancos” incluía la Acción Psicológica, entendida como tareas de propaganda para lograr la adhesión de la población a los objeticos de las Fuerzas Armadas y “alentar la deserción en las organizaciones del oponente” denominadas aquí como “Bandas de Delincuentes Subversivos Marxistas (BDSM)”. 





EL DESTACAMENTO 101

Para lo que interesa a este debate la especialista explicó el organigrama del Destacamento de Inteligencia 101, que operaba a nivel de Inteligencia Estratégica Operacional como dependencia directa del Comando del 1er Cuerpo de Ejército, y tenía a cargo las tareas de inteligencia en toda la Subzona 11. A pesar de que el libro histórico la faltaba información de los años ’76 y ’77, se puede reconstruir que el Destacamento, conducido en los años ’75-’76 por los coroneles Ricargo Eugenio Campoamor y Alejandro Arias Duval y  el mayor Ricardo Alberto Ducros, contaba con 4 oficiales jefes, 6 oficiales subalternos, 19 suboficiales y 41 soldados conscriptos. Un total de 70 represores de personal militar, al que se sumaban 122 agentes que revistaban como Personal Civil. El destacamento tenía en los puestos clave de conducción entre el ’76 y el ‘78 a varios de los imputados en este debate como Carlos Hidalgo Garzón, Emilio Herrero Anzorena, Roberto Balmaceda, Alberto Julio Candioti, Miguel Ángel Amigo (apartado del juicio por razones de salud), Gustavo Adolfo Cacivio (fallecido recientemente), y Ricardo Luis Von Kyaw (fallecido en 2017). Segado destacó que en el libro histórico, no casualmente, faltan los listados de personal del Destacamento desde la suboficialidad hacia abajo, hasta el de PCI.

El dato no es menor porque las imputaciones en la instrucción de estas causas se han hecho tardíamente y a partir de la aparición y cotejo de estos documentos, por ejemplo el informe que realizó el Programa verdad y Justicia del Ministerio de Justicia y DDHH de Nación en 2009. Eso quiere decir que muchos integrantes del Destacamento 101, tanto suboficiales como personal civil, aún siguen indemnes por falta de documentación de respaldo para imputarles delitos que no prescriben y a los cuales el Estado está obligado a investigar y condenar. Por omisiones, muertes impunes y desidias varias, en este debate, 3 causas unificadas, hay imputaciones a sólo 12 represores del 101 sobre ese plantel de no menos de 122 genocidas. Todos esos efectivos realizaban un curso de Aptitud Especial de Inteligencia (AEI) donde se los instruía en las diversas técnicas de la actividad.

Segado explicó que el Destacamento 101 dependía orgánicamente del Comando del 1er Cuerpo, técnicamente de la Jefatura 2 de Inteligencia del Esta Mayor General y operacionalmente dela Brigada Mecanizada 10, con sede en diagonal 80 entre 41 y 41 de La Plata. Como agrupación de tropa el órgano era equivalente a un Batallón y contaba con varias secciones, entre ellas 

La Plana Mayor, conducida por el 2do jefe del Destacamento, tenía un área S1 de Personal, entre cuyas tareas estaba ocuparse de los prisioneros, un área S2 propiamente de Inteligencia, una S3 de Operaciones y otra S4 de Logística. El área de Reunión Interior recababa información en la subzona 11, y la de Reunión Exterior hacía lo mismo fuera de la zona militar de responsabilidad del 1er Cuerpo. A su vez existía una Central de Reunión (CRI) con 2 Secciones a su cargo que “ejecutaban blancos” en coordinación con el Comando de Operaciones Tácticas (COT), más una Sección de Apoyo que realizaba interrogatorios y otras tareas de interpretación de información, una Sección de Comandos y Servicios, encargada de comunicaciones, armas y vehículos, y una de Operaciones Especiales. Según el reglamento RC 9-1, esta Sección de Operaciones Especiales realizaba operaciones (allanamientos, emboscadas, patrullajes), interrogatorios, infiltraciones y acciones psicológicas, y estaba encargada de la Contrainteligencia, es decir tareas de “seguridad” y control sobre la propia fuerza.

Según los reglamentos RC 5-1 y RC 5-2 define a la acción psicológica como tareas para influir en las conductas de la población de acuerdo a los objetivos militares a través de propaganda en los medios de comunicación, pero también la utilización de “métodos compulsivos”, como se denominaba al interrogatorio y la tortura. El anexo 5 de la Orden 9/77 habla de la acción psicológica en fases y reconocía la creación de un “Sistema Nacional de Comunicación Social para la lucha contra la subversión” a cargo de la SIDE que influyera tanto en la población local como en “públicos internacionales”. La planificación del genocidio no dejaba ningún flanco sin cubrir y otorgó especial dedicación a la propaganda y el manejo de la opinión pública en busca del consenso para la represión.


La importancia estratégica de la inteligencia militar para implementar el genocidio fue reconocida por los propios jerarcas del poder asesino. En una entrevista realizada en mayo de 2003 en Círculo Militar por la periodista francesa Marie Monique Robin el general Ramón Genaro Díaz Bessone, Comandante del Comando del 2do Cuerpo de Ejército e ideólogo del Terrorismo de Estado condenado a perpetua en 2012 en un juicio realizado en Rosario, reconoció que “la lección más importante de los franceses fue la necesidad de un buen aparato de Inteligencia”, a lo que agregó que en el genocidio “todas las fuerzas participaron, sin excepción”. El testimonio forma parte de la película-libro “Los escuadrones de la Muerte. La Escuela Francesa” en el que Robin consigue confesiones nunca antes dichas con tanta claridad por jerarcas como Díaz Bessone o Albano Harguindeguy, que quizás creyeron que lo dicho a una periodista francesa casi 30 años después del golpe genocida y en vigencia de las leyes de impunidad no tendría mayores consecuencias.

La exposición de Stella Segado viene a confirmar con datos certeros lo que significó toda la estructura de Inteligencia en la implementación del plan genocida, un andamiaje de miles de efectivos que en su mayoría han quedado impunes.





MUCHO POR JUZGAR

En el proceso de juzgamiento de los crímenes del genocidio ocurrido en nuestro país en la jurisdicción La Plata la estructura represiva militar y en particular la de inteligencia militar ha tenido una representación dispar. En 20 juicios llegados a sentencia desde 2006 sólo 19 represores del Ejército fueron juzgados y 18 condenados. En 2012 fueron juzgados el Coronel Campos, aunque en su rol de subjefe de la Policía bonaerense, y el Coronel Alejandro Arias Duval, jefe del Destacamento 101 de Inteligencia, en este último caso sin imputaciones sobre ningún subordinado y el jefe murió antes de que el juicio llegara al veredicto.  Recién en 2014 en la sentencia por el CCD “La Cacha” se juzgó y condenó a 12 integrantes del plantel del 101y se comenzó a revisar el rol de la inteligencia militar en el Área represiva 113. Hubo que esperar hasta 2019 en la causa “Rodriguez-Jaimez” para desentrañar el rol del Batallón 601 de Comunicaciones de City Bell en un operativo producido en Berazategui donde fueron condenados el subjefe del Batallón y tres oficiales de esa dependencia. En 2020 se condenó en el debate por la Brigada de Investigaciones de San Justo a prácticamente el mismo grupo de represores del Destacamento 101 enjuiciado en 2014, y esta vez se sumó al subjefe del área 114, Rodolfo Enrique Godoy. Fue la primera vez en 14 años de juicios que se condenó a un elemento militar de mando importante de la estructura represiva Finalmente en el debate por las Brigada de Banfield, Quilmes y Lanús-Avellaneda se incluyen imputaciones sobre el grupo de oficiales del 101, sumando al segundo jefe del destacamento, Antonio Herminio Simón, al jefe de actividades psicológicas del 101, Guillermo Alberto Dominguez Matheu, y al represor Alberto Julio Candioti, integrante de la Plana Mayor del destacamento desde la Sección Comando y Servicio, que venía zafando de los procesos anteriores por haber estado el prófugo durante un tiempo. Un total de 12 represores del Ejército, sólo 2 de ellos juzgados por primera vez.

La muerte impune de los represores por la tardanza del Estado en llevarlos a juicio, la variabilidad de las imputaciones entre una causa y otra, y un escurridizo criterio asignación de responsabilidades, cuando los períodos revisados están claros en los organigramas castrenses y en los legajos de los represores, han determinado que la mayoría de los genocidas del ámbito de Inteligencia del Ejército queden impunes en la estructura represiva de la Subzona 11, que abarcaba los hechos criminales cometidos en los CCD de los partidos de La Plata, Lomas de Zamora, Quilmes, Lanús, Avellaneda y otros 20 partidos del conurbano sur.

Aún queda mucho por revisar y juzgar en lo referido a la inteligencia militar en nuestra zona. Ni hablar de las responsabilidades de la inteligencia policial desde la Dippba, donde toda la estructura sigue indemne y donde hay una causa específica en los tribunales platenses que lleva años de instrucción sin consecuencias concretas.


El juicio continúa el 9 de febrero con el testimonio de la periodista Stella Calloni sobre el Plan Cóndor. Se puede seguir en vivo todos los martes por la mañana por los canales youtube del CIJ y del Tribunal Oral Federal 1 de La Plata.

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