jueves, 29 de abril de 2021

13 DE ABRIL DE 2021: VIGÉSIMA SEGUNDA AUDIENCIA

TRES SOBREVIVIENTES DE QUILMES


Una nueva audiencia del debate por las Brigadas de Investigaciones de la Bonaerense tres sobrevivientes del Pozo de Quilmes secuestrados en La Plata relataron la persecución a la militancia platense de la UES y de la Unidad Básica del barrio platense “El Churrasco”.


Por HIJOS La Plata

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DE ARANA AL POZO DE QUILMES

La audiencia comenzó con el testimonio de PATRICIA POZZO, ex militante de la UES que pasó como detenida desaparecida por los CCD de Arana, Pozo de Quilmes y Comisaría 3ra de Valentín Alsina en Lanús. Su hermana Julia y su cuñado Roberto Castagnet también fueron secuestrados ese día y tras pasar por el CCD de Arana continúan desaparecidos.

  

Patricia contó que al ser secuestrada tenía 18 años. Vivía en casa de sus padres y el 29 de julio de 1976 estaban en la casa con su abuela, sus padres, su hermana Julia Ester Pozzo, su cuñado Roberto Castagnet, su pequeña sobrina Carolina y Fabián Asla, un amigo suyo.

 

A la medianoche cayó un operativo de hombres de civil fuertemente armados que entraron violentamente y redujeron a toda la familia. Uno de los represores se hacía llamar “Coronel” y tenía mando sobre los demás. A ella la encapucharon con una sábana  y comenzaron a preguntarle por el militante “Patulo” Rave. Cuando les contestó que había sido asesinado la golpearon y le dijeron que no mintiera. 


Patricia militaba en la Unión de Estudiantes Secundarios desde 1973, y conoció “Patulo” Rave y Horacio Ungaro. Ricardo Arturo “Patulo” Rave era referente de la UES platense y fue secuestrado y asesinado por una banda mixta de la CNU-Policía-Ejército en diciembre de 1975. La familia Rave vivía en una casa de calle 8 42 y 43 y eran 9 hermanos. La noche del 23 de diciembre del ’75 “Patulo”, que tenía 18 años y llevaba 3 meses viviendo en casas de compañeros como medida de seguridad, fue a cenar con los padres por la navidad y se quedó a dormir. De madrugada llegó un operativo conjunto que ingresó violentamente a la casa y se llevaron secuestrado al joven. Mientras la familia movía los primeros contactos para la búsqueda, “Patulo” apareció torturado, asesinado y colgado en el “Puente de Fierro” de calle 90 y 31, a la salida de La Plata. Su caso no formó parte del juicio que se realizó en La plata en 2017 y donde fue condenado Carlos “Indio” Castillo y absuelto Juan José “Pipi” Pomares. La familia Rave fue especialmente golpeada por la represión, y tras el asesinato de “Patulo” sus hermanos Gustavo y Carlos Rave, ambos militantes del peronismo revolucionario, fueron asesinados por la dictadura en julio y agosto de 1976. Patricia Pozzo dijo que el asesinato de “Patulo” fue un antes y un después y que en su caso luego del hecho dejó de militar.

 


Tras ese primer interrogatorio en su casa Patricia fue subida a un auto con su cuñado Roberto Daniel Castagnet y después de un trayecto largo los bajaron en un lugar descampado que después supo era uno de los CCD de Arana, en las afueras de La Plata. Al llegar a Arana Patricia escuchó la voz de su hermana y la de Asla. Luego fue llevada a una pieza y torturada. En Arana Patricia estuvo unos 20 días, varios de ellos en un calabozo con una cama de cemento junto a su hermana, y desde allí escuchó que eran sacados varios detenidos a torturar. Entre ellos recordó a Rosa Elena Vallejos, Norma Justa Rivera, Cristina Kafka y Rosa Cristina Rodríguez, además de una chica llamada Noelia. También supo que en Arana estuvieron Carlos Stremi, Alfredo Fernández, Rubén Saposnik,  Víctor Taverna, Gladis Beluardi, Juan Carlos Tonil, Mario Colonna y un joven apodado “Pomelo” que era Luis Vigo.


Patricia recordó que fue trasladada al Pozo de Quilmes a mediados de agosto del ’76, de noche, tabicada y en una camioneta junto a un grupo de 14 detenidos, entre ellos Beluardi, Vallejos, Rivera, Kafka, Rodríguez, Fernández, Stremi, Bustos, Taverna y Colonna.  

 

Al llegar a Quilmes los bajan del móvil, los suben por escaleras. “Yo tenía impresión de entrar a una gruta o caverna, porque era todo húmedo y mojado”. Ella fue ubicada en un calabozo con Rivero, Vallejos, Casca y Rodríguez. Allí las tuvieron dos días sin comer y supieron que estaban en Quilmes por la publicidad comercial que realizaba un avión de una pizzería. Respecto a los represores de Quilmes sólo recordó a uno que les decía que la conocía y que una vez le sacó la venda para que alimentara a sus compañeros. Le pusieron una bandeja con basura para que repartiera y en esa situación pudo observar el lugar: un segundo piso, las escaleras, un patio interior en planta baja. En una oportunidad la llevaron a una pieza donde uno de los represores le dijo que conocía sus movimientos y que su padre trabajaba en el Ministerio de Economía bonaerense.

 

Tras 2 semanas en Quilmes Patricia fue llevada a la 3ra de Lanús con el mismo grupo con que la sacaron de Arana. Al llegar a Lanús el comisario les dijo que estaban “en depósito” y los tuvieron en un calabozo todos juntos un par de días vendados y sin atenderlos. Luego les dieron de comer y los separaron a varones de mujeres. Allí los presos comunes les dijeron que dieran sus nombres porque había un detenido que iba a salir. Así se le avisó a la madre de Alfredo Fernández y se hizo una cadena entra las familias, que peregrinaron por el Regimiento 3 de La Tablada, donde les confirmaron que estaban en la 3ra de Lanús. Luego el grupo fue puesto a disposición del Poder Ejecutivo en octubre del ’76 y pudo ser visitado por sus familiares. Hacia 15 de diciembre del ’76 los trasladaron a las celdas de castigo del penal de Olmos, y en el caso de Patricia en enero del ’77 la llevan a Villa Devoto con Rosa Vallejos. A fines de 1979 Patricia pudo salir del país hacia Suecia, con esposas hasta el último escalón de ingreso al avión, y gracias a la gestión que realizaron sus padres. La testigo contó que en sus padres murieron entre su exilio y el regreso de la democracia.

 


También mencionó el caso de su prima Adela Ester Founrouge y su compañero Juan José Libralato, militantes montoneros en La Plata secuestrados y desaparecidos el 11 de octubre del ’77. Adela estaba embarazada de 4 meses. Años después la primera hija de la pareja, Julia, se acercó al Equipo Argentino de Antropología Forense. Por sobrevivientes se supo que José pasó por el CCD “Club Atlético”. Los restos de la pareja fueron identificados por el EAAF, en el caso de Adela inhumada como NN en el cementerio de La Plata –se determinó que su embarazo no llegó a término- y en el de Juan José en el de Berazategui. Por esos crímenes y otros producidos en La Plata fueron juzgados y condenados en 2016 un grupo de 6 integrantes de la Delegación La Plata de la Policía Federal, comandados por el jefe Martín Eduardo Zuñiga.

 

La testigo cerró su relato afirmando que para ella su gran revancha por los años de desaparición y cárcel fue haber tenido cuatro hijos y dos sobrinas a las que adora. “Después me llevó la vida hacer el duelo. Traté de hacer una vida lo mejor posible, aunque siempre extrañando a mi familia, a mi hermana, siempre con esa nostalgia. Esa pérdida que nunca la voy a superar. Aprendí a vivir con ella”, concluyó la sobreviviente que hoy vive en Grenoble, Francia.

 


SOBREVIVIENTE DE 4 CCD

El segundo testimonio correspondió a JUAN CARLOS STREMI, sobreviviente de los CCD de Arana, Pozo de Quilmes, Comisaría 3ra de Lanús y la Unidad 9. Stremi contó que en julio del ‘76 tenía 17 años, había militado en la UES y vivía en el mismo barrio de la familia Pozzo y Rave, en la zona de 8 y 42 en La Plata. Fue secuestrado en el mismo operativo que el hecho sufrido por la familia Pozzo, la madrugada del 29 al 30 de julio del ’76. Un grupo armada de hombres vestidos de civil, identificados como policías, golpeó la puerta de su casa y cuando su padre fue a atender lo redujeron en el piso con una pistola en la cabeza. Entonces lo fueron a buscar a él, lo apuntaron con un arma larga, rompieron una sábana, lo vendaron, le ataron las manos atrás y se lo llevaron en un auto particular a lo que después supo era uno de los CCD de Arana. En ese lugar pudo saber del paso de las hermanas Patricia y Julia Pozzo, de Alfredo Fernández, Roberto Castagnet y del joven Luis Vigo, apodado “Pomelo”. Todos eran conocidos del barrio y de la militancia, y salvo Patricia Pozzo y Fernández el resto continúan desaparecidos. 

 

El sobreviviente dijo que conocía a “Patulo” Rave de la UES y que su asesinato de fines del ’75 motivó que “dejamos de militar con un grupo de compañeros”. 

 

En las dos semanas que estuvo en Arana Stremi escuchó la llegada y salida de los grupos operativos, las torturas, violaciones y simulacros de fusilamiento que se perpetraban: “Eso era todos los días”, afirmó el testigo. Stremi contó que alrededor del 20 de agosto del ’76 fue trasladado en un camión cerrado con un grupo de detenidos al Pozo de Quilmes, entre ellos Paricia Pozzo y Fernández, y que en Arana quedaron Julia Pozzo, Castagnet y Vigo. Al llegar a Quilmes fueron recibidos con golpes y patadas. En coincidencia con el relato de Patricia Pozzo, describió las condiciones de detención en Quilmes como inhumanas, comiendo basura. “Íbamos al baño vendados y atados atrás. Yo seguía con la misma venda. En un momento determinado se escuchaban gritos. Uno estando tan mal no podía identificar de dónde venían… pero era de ahí”, afirmó.

 

El sobreviviente relató que integró el grupo que fue trasladado de Quilmes a la 3ra de Lanús a fines de septiembre del ’76, y en su caso en esta comisaría se encontró con Saposnik, Tonil, Taverna, Colonna y Fernández, que también venían del Pozo de Quilmes. “Nos sacaron las vendas como legalizándonos y nos desataron. Ahí nos pudieron visitar las familias y llevar comida. Ahí estábamos un poco mejor. Yo estaba descalzo desde el día de mi detención”, agregó.

 

Stremi fue trasladado a la Unidad 9 de La Plata y en ese lugar volvió a sufrir golpes y torturas. “Dos por tres te llevaban al ‘buzón’, que era un calabozo de castigo. Ahí había tortura por parte de la gente de penitenciaría. Hasta que llegó la Cruz Roja Internacional y la cosa cambió un poco. Pero siempre existía el maltrato por cualquier cosa. La pasé muy mal», afirmó. También recordó las liberaciones de algunos detenidos que luego eran asesinados, hecho que se asentaba irregularmente como caídos en un “enfrentamiento”. Por parte de los hechos de torturas y homicidios cometidos en la Unidad 9 en dictadura fueron juzgados y condenados en 2010 varios penitenciarios como Abel Dupuy, Héctor “Oso” Acuña, Raúl “Nazi” Revainera y Ramón “Manchado” Fernández. 

 

Tras 4 años en la Unidad 9 Stremi fue puesto a disposición del PEN por decreto 2.705 de noviembre del ’76, y vivió con libertad vigilada teniendo que ir a firmar a la Comisaría 2da de La Plata. Sobre su vida como sobreviviente del Genocidio el testigo dijo que “fue un momento difícil. Con 17 años pasé una etapa terrible. Tenía miedo. Después de salir no sabía qué iba a pasar. Encima con libertad vigilada no me podía mover mucho. Tuve pesadillas”. Agregó que en parte pudo reconstruir su vida cuando comenzó a trabajar con su padre en la Cervecería Alemana de La Plata y formar una familia.

 


PERSECUCIÓN A LA MILITANCIA DE “EL CHURRASCO”

El último testigo de la jornada fue MARIO ERNESTO COLONNA, al igual que Pozzo y Stremmi sobreviviente de los CCD de Arana, Pozo de Quilmes y Comisaría 3ra de Valentín Alsina. Colonna, secuestrado junto a su hermano Juan Carlos Colonna que permanece desaparecido, relató que en el año ’76 tenía 27 años, trabajaba en el frigorífico Swift y era estudiante de medicina en La Plata. La noche del 30 de julio de aquel año estaba con su hermano, con su amiga Carolina Lugones y el hijo de ella Luis, de 12 años, en el departamento que compartían en calle 68 entre 7 y 8. Lugones había venido de Neuquén a ver a su hijo David que había sido secuestrado en marzo del ’76 y estaba preso en la Unidad 9. La esposa de Mario había viajado a Coronel Dorrego con la hija de ambos de 3 años y a culminar su embarazo en curso, con lo cual en la pieza del matrimonio habían alojado a Lugones y su hijo. De madrugada llegó un operativo que se anunció como “Fuerzas Conjuntas” y tras ingresar violentamente lo redujeron junto a su hermano mientras demandaban dónde estaban las armas. Como negaron que hubiera armas los represores hicieron llamar a uno que se hacía llamar “Coronel” y comenzaron a golpearlos hasta que hicieron unas vendas con sábanas y los tabicaron junto a su hermano y los maniataron para sacarlos a los golpes por un pasillo hacia la calle y cargarlos en autos particulares. Mario calcula que eran cinco o seis vehículos y a él lo subieron a un Torino. “Cuando me metieron en el auto, uno me dice: quedáte tranquilo, que el Coronel te hace unas preguntas y después te vamos a soltar”. Sin embargo los llevaron en caravana a secuestrar a una persona en el barrio platense “El Churrasco”, que era Damián Perego, y a otra en Ringuelet que sería enfermera del Hospital Naval. Luego los llevaron a un lugar descampado y tras cruzar un alambrado los ingresaron a una casona donde fueron ubicados contra una pared y pasaron lista. Luego confirmó que era la casona de Arana, conocida como “Estancia La Armonía”, uno de los varios CCD que hubo en esa zona suburbana de la Plata. Tras varios días en Arana Mario pudo registrar que el lugar era una casa de campo y tenía una galería con patio. En ese sitio lo sacaron varias veces a interrogatorio donde lo golpearon, lo torturaron con picana eléctrica y le preguntaron por las actividades de su hermano y por armas o explosivos. En uno de esos interrogatorios reconoció la voz del “Capitán Cacivio”, a quien conocía porque había comandado el secuestro de David Lugones tiempo atrás. Colonna había hecho gestiones ante Monseñor Antonio Plaza por Lugones y el sacerdote lo mandó a hablar con el “jefe de la SIDE”. Cuando fue al edificio donde funcionaba el Destacamento 101 del Ejército en La Plata, en 55 entre 7 y 8, y se entrevistó con Cacivio. El genocida Gustavo Adolfo Cacivio fue condenado dos veces a perpetua en 2014 por los crímenes de los CCD “La Cacha” y “Vesubio”, estaba procesado en este debate y murió impune antes de iniciarse el juicio.

 

Por su amiga Carolina Lugones Colonna se enteró que en el operativo de su propio secuestro los represores se habían quedado un tiempo en el departamento consumiendo algunas bebidas que había, habían maltratado a la mujer y a su hijo, y se habían robado ropa, dinero escondido en los libros y varios objetos, menos los libros.

 

En Arana su hermano Juan Carlos y Perego le contaron que los habían sacado varias veces al campo a hacerles simulacros de fusilamiento. Mario pudo saber de varios otros detenidos de La Plata como Roberto Castagnet, Patricia y Julia Pozzo, Juan Carlos Stremmi, Alfredo Fernández, Luis “Pomelo” Vigo, Pablo Genazzi y Juan Carlos Tonil. 

 

El 8 de agosto del ’76 por la tarde Mario y otros detenidos escucharon que los represores de Arana empezaron a llamar gente por su nombre para un traslado. Fue la última vez que Mario vio a su hermano. Juan Carlos había nacido en Coronel Dorrego y había integrado el seminario “La Asunción” de Bahía Blanca. En el ’73 se fue a estudiar Filosofía e Historia en la UNLP. Además había sido oficial cañista en el Astillero Río Santiago y al momento de su secuestro trabajaba en el frigorífico Swift. Era referente de la Unidad Básica del barrio “El Churrasco” de Tolosa, adscripta a la línea de la Juventud Peronista de las Regionales conducida por Dante Gullo.

 

Mario Colonna fue trasladado al pozo de Quilmes en una camioneta junto a otros detenidos, como relataron en esta audiencia Patricia Pozzo y Juan Carlos Stremi. Al llegar a Quilmes fueron subidos por una escalera y ubicados en varios calabozos. A Mario le tocó estar solo. Recuerda que sufrió mucho el frío en los pies y para calentarse hizo movimientos, se destabicó y desató y pudo ver la celda, el pasillo y el pabellón. Tras un día y medio solo fue llevado a otra celda más grande donde estaban Genazzi, Tonil, Stremi, Fernández y dos chichos muy jóvenes que habían caído en La Plata. Así habló con ese grupo y le dijeron que estaban en Quilmes y que venían de Arana. Mario conocía Quilmes por su militancia y dedujo que estaba en la Brigada de Investigaciones. También reconstruyeron que un tal Daniel Oscar Bustos, militante platense de Montoneros apodado “Pepino”, había delatado a todo el grupo que cayó en La Plata en esos días de julio del ’76. También supo de otros detenidos que venían de San Francisco Solano como Víctor Taverna y su esposa Gladis Beluardi, Juan Carlos Bordón y su hermana y un chico apodado “El Paraguayo” que era novio de la hermana de Bordón. 

El sobreviviente dijo que en Quilmes comieron mal y muy pocas veces y contó que en una oportunidad reconoció a un Policía Federal de La Plata al que conocía de cuando había trabajado en un local gastronómico. Mario le pidió que avisara a su familia pero no lo consiguió. También se refirió a los delitos sexuales cometidos en Arana y en Quilmes y dijo que “además de las torturas del secuestro, los golpes y la picana, las compañeras por el hecho de ser mujeres sufrieron más torturas”.

El 18 de agosto del ‘76 Mario y un grupo de detenidos fueron trasladados a la Comisaría 3ra de Valentín Alsina, donde el régimen de detención se relajó, los desataron y destabicaron y pudieron bañarse. Mario dijo que tuvo la sensación que de ellos estaban inaugurando esa comisaría como lugar de detenidos políticos porque había muchos presos comunes y según su relato los policías de la dependencia se asombraban del estado en que los traían desde Quilmes. Allí compartió celda con Genazzi, Tonil, Fernández, Stremi, y Taverna. Luego presenció la llegada de Rubén Saposnik y Daniel Bustos, este último quien supuestamente había delatado a todo el grupo de la UB del Churrasco. En Valentín Alsina Mario se enteró que su hermano Juan Carlos continuaba en Arana y que allí se le perdió el rastro. También compartió cautiverio en la 3ra con Rosa Elena Vallejos, Cristina Kafka, Norma Rivera y Rosa Cristina Rodríguez y Galdis Beluardi.

 

Por un preso común que fue liberado Mario pudo avisar a conocidos suyos y a la familia de Fernández que estaban en Valentín Alsina. Cuando fueron a verlos les negaron que estuvieran allí, pero les recibieron la comida que llevaron. En agosto del ’76 Colonna pudo empezar a recibir visitas de familiares, entre ellos de su mujer y su segunda hija a la cual aún no conocía porque había nacido cuando él estaba secuestrado. 

 

Colonna agregó detalles de un episodio ocurrido en noviembre del ’76 en la comisaría donde, tras la bomba colocada por Montoneros en la Jefatura de Policía y la respuesta del jefe Ramón Camps de asesinar como respuesta a varios secuestrados, hubo mucho movimiento de personal impidiendo que se intervenga en la dependencia. Mario colige que en esa época su hermano fue sacado de Arana y asesinado en Melchor Romero.

 

Sobre el rol de la Comisaría 3ra de Valentín Alsina, Mario dijo que estaba a cargo el comisario Pini o Pirri y que hay que profundizar la investigación sobre los libros de las comisarías: “La burocracia administrativa guarda todo, hay que revisar los libros de las comisarías, ahí se anotaba todo: quién entraba, quién salía, quién estaba de guardia”.

 

El 14 de diciembre del ’76 Colonna fue llevado a la Unidad 9, donde estuvo en el pabellón 13 y desde el ingreso sufrió palizas y torturas de parte del personal penitenciario. Allí también se enteró de los asesinatos de presos políticos liberados y falsamente registrados como caídos en enfrentamientos, como Horacio Rapaport, Roberto Pirles y Dardo Cabo

 

El 29 de mayo del ’79 Colonna fue trasladado al penal de Caseros, donde estuvo 16 meses y luego fue nuevamente llevado a la Unidad 9 de La Plata. Recién en noviembre de 1980 recibió la libertad vigilada. Tras casi dos horas y media de testimonio el tribunal decidió interrumpir el relato y continuarlo en la próxima audiencia.

 


El juicio continúa el 20 de abril con más testimonios de familiares de las víctimas y sobrevivientes del Genocidio.  Se puede seguir en vivo todos los martes por la mañana por los canales youtube del CIJ y del Tribunal Oral Federal 1 de La Plata.












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