sábado, 14 de agosto de 2021

3 DE AGOSTO : TRIGESIMA CUARTA AUDIENCIA

 TRES HIJXS Y UN SOLO RECLAMO

Una nueva audiencia del debate oral por los crímenes cometidos en las Brigadas del conurbano de La Bonaerense en dictadura. Se escucharon tres testimonios completos, complejos y emotivos. Mariana Busetto, hija del militante del PRT-ERP Osvaldo Busetto, secuestrado en La Plata y desaparecido en los CCD de Arana, Banfield y Quilmes; Ramiro Poce, hijo de Ricardo Poce y sobrino de Julio Poce y Graciela Pernas, desaparecidos desde el “Pozo de Banfield” en diciembre del ‘76; y María Ofelia Santucho, que con 12 años pasó como detenida desaparecida junto a sus primas por los CCD de “Puente 12” y el “Pozo De Quilmes” en diciembre del ’75 y luego se exilió en Cuba. Tres historias unidas por el dolor de la pérdida y las ausencias, hermanadas en un solo reclamo: Verdad y Justicia.

Por Espacio de Lucha Nilda Eloy

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MUCHOS “HUBIERA”

La audiencia comenzó con el relato de MARIANA BUSETTO, hija de Osvaldo Busetto, militante del PRT-ERP secuestrado el 9 de septiembre del ’76 en el centro de La Plata tras ser baleado cerca de la Plaza San Martín y visto en los CCD de Arana, el “Pozo de Quilmes” y “Pozo de Banfield” hasta fines de aquel año.

La testigo dijo que cuando desapareció su padre ella tenía dos años de edad y que conoce la historia por la investigación que pudo hacer desde su juventud gracias a los testimonios de sobrevivientes y familiares.

Así relató que al momento de ser secuestrado su padre tenía 30 años, estudiaba arquitectura y había sido bombero de la Policía. Estaba separado de su esposa, con la que había tenido a Mariana, y estaba en pareja con Ángela López Martín, profesora de geografía del Colegio Nacional de La Plata, que fue secuestrada unos días después que Osvaldo, y ambos continúan desaparecidos.

Mariana reivindicó la militancia de su padre al decir que “tenía un cargo dentro del ERP”, y agregó que el primer testimonio que leyó sobre su padre fue el del sobreviviente Pablo Díaz en el libro “La Noche de los Lápices”, en un ejemplar que le regaló su abuela paterna. Dijo también que ya en la etapa de la escuela secundaria fue a varias marchas estudiantiles o de derechos humanos, siempre a escondidas de su madre porque en la familia había mucho miedo.

Así fue relatando la reconstrucción que pudo hacer de la historia de Osvaldo, y conoció mucho tiempo después al sobreviviente Walter Docters, quien compartió militancia y cautiverio con su padre. “Estudié los testimonios de Pablo Díaz y de Walter Docters y mi abuela me dio un libro donde había unas cartas de Gustavo Atilio Calotti que le había escrito a mi tío Juan Carlos Busetto, quien se ocupó de buscar a mi papá”, dijo Mariana. Agregó que su tío “no tenía un límite para buscarlo desaparecido y cuando mi papá estaba vivo no tenía límites para esconderlo”. Señaló que también fue por la sobreviviente Nora Ungaro que conoció el paso de su padre por los CCD de Arana y “Pozo de Quilmes”.

De esta manera pudo saber que “a mi papá lo balean mucho, en una pierna y en otras partes del cuerpo. Lo llevaron al Hospital Naval para operarlo, pero luego lo llevaron al Pozo de Arana. Lo necesitaban vivo”.

Hasta donde se pudo saber Osvaldo Busetto fue trasladado en octubre del ’76 al “Pozo de Quilmes”, donde recibió curaciones de sus heridas de parte del estudiante platense Víctor Treviño, que se encontraba allí secuestrado y continúa desaparecido. Ya para noviembre del ’76 Osvaldo fue llevado al “Pozo de Banfield” donde esta vez fue atendido por Pablo Díaz, y donde ambos detenidos eran controlados por el genocida y médico policial Jorge Antonio Bergés, uno de los 18 imputados en este debate. “Tengo información hasta fines de diciembre. Ya ahí no lo ve nadie más a mi papá”, dijo Mariana. Y agregó que sobre Ángela supo que “estuvo en Quilmes y después ya no supe más nada”. Los casos de Ángela López Martín y Osvaldo Busetto forman parte de la acusación de este juicio, y por ellos están imputados una decena de represores.

Sobre los genocidas, Mariana sentenció que “esta gente nunca dijo nada. Tienen un pacto de silencio siniestro. No dicen ni dónde están los nietos ni dónde están las personas que buscamos. Siento que estos juicios son reparadores en parte y que la palabra lesa humanidad tiene que ver con eso: esta gente está cometiendo ahora mismo un delito porque está callando, les gusta seguir haciendo daño”.

Sobre el final de su relato reflexionó sobre su propia vida como hija de desaparecido y dijo que atravesó “una infancia tristísima y una adolescencia muy difícil”, con su madre y su pareja que era un violento. Aún así dijo que se siente acompañada por el “recuerdo de los que no están”. Y finalizó afirmando que pasar por la organización HIJOS la ayudó mucho, ya que si bien “los HIJOS tenemos muchos hubiera: ¿Cómo hubiese sido mi vida si él hubiese estado? ¿Cómo hubiera sido él como abuelo?”, dijo que “el amor que se siente entre los HIJOS es totalmente diferente al que uno pueda sentir por amigos o hermanos de sangre”.



LOS POCE-PERNAS

A continuación se escuchó el testimonio de RAMIRO POCE, hijo y sobrino de militantes desaparecidos. Sus tíos Julio Gerardo Poce y Graciela Pernas, cuyos casos forman parte de la acusación en este debate, fueron secuestrados en Capital federal el 19 de octubre del ’76 y vistos en el “Pozo de Banfield” hasta fines de ese año. Ramiro es además hijo de Ricardo Poce, secuestrado y desparecido el 9 de diciembre del ’78 en Berazategui y visto en el CCD “El Olimpo”.

Al comenzar el testimonio Ramiro reflexionó que “ya pasaron 45 años. Si bien este juicio tiene un valor, también hay cosas que se perdieron, como la posibilidad de que mi abuelo esté testimoniando. Cuando la justicia es muy lenta, no es justicia. Este juicio tiene un valor pero llega tarde”, dijo a un tribunal que se tomó 8 años desde la elevación del primer tramo de la causa por el CCD de Banfield para iniciar el debate oral.

Ramiro reivindicó la lucha de su abuelo Julio César Poce, destacado integrante de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) y médico del Hospital de Niños de La Plata, quien durante años trabajó en una tarea de investigación de lo sucedido con sus familiares desaparecidos y que se compilan en un libro, titulado “Historia no oficial de la dictadura del proceso, sus antecedentes y consecuencias” que el testigo exhibió y aclaró que nunca fue publicado, pero puso a disposición del tribunal.

De esa manera Ramiro pudo saber que Julio y Graciela se conocían desde el secundario en el Colegio Nacional de La Plata, se habían casado, militaban juntos y fueron secuestrados en Capital Federal el 10 de octubre del ‘76. Luego fueron vistos en el “Pozo de Banfield” por los sobrevivientes Pablo Díaz y Alicia Carminati hasta fines de noviembre de aquel año. La pareja había comenzado de jóvenes una militancia en el Grupo de Estudiantes Secundarios Socialistas, luego en el Grupo Universitario Socialista (GUS) y más tarde en el espacio de acción directa de ese grupo que fue la Organización Comunista – Poder Obrero (OCPO). El espacio era un grupo político militar conducido entre otros por Dardo Castro, constituido en 1974, que logró un desarrollo teórico, político y organizativo que lo llevó a participar de las experiencias más importantes del movimiento obrero y popular argentino de la década del ´70.


Ramiro contó al tribunal que ya desde el año ’75 su familia venía sufriendo persecución política: en julio de ese año la Concentración Nacional Universitaria (CNU), banda criminal estatal del tercer gobierno peronista asesinó a Roberto Rocamora, como Julio y Graciela militante del GUS y de la OCPO. “Ese fue uno de los primeros golpes duros”, dijo Ramiro, y agregó que “para ese momento mi tío ya había sido amenazado de muerte por la CNU y la Triple A”. Ante esa situación la pareja de Julio y Graciela se mudó a Capital en el barrio de Flores y su padre Ricardo a Berazategui. Julio y Graciela siguieron estudiando y en el ’76 estaban él en cuarto año de Medicina y ella en primero de Ecología, en la Facultad de Ciencias Naturales. Sin embargó la represión continuó y en mayo del ´76, un grupo armado allana la casa de los abuelos paternos de Ramiro en La Plata. Allí los represores dieron vuelta la casa y robaron objetos de valor, lo que Ramiro definió como que “da cuenta del nivel de delincuencia de esas personas. Aunque se escuden en cuestiones ideológicas, robaban todo lo que podían”.

Finalmente el 19 de octubre un operativo del Ejército llegó hasta el departamento de la pareja en Flores. “Mis tíos intentan escaparse por una pared de atrás. Graciela casi se había escapado y a mi tío le tiran un tiro en la pierna y Graciela vuelve, y ahí los secuestran”, contó Ramiro que pudieron reconstruir en la familia. Casi 2 años después su padre Ricardo era baleado y secuestrado en Berazategui. Por ambos hechos los abuelos paternos se movieron realizando varias gestiones. La abuela Elena Mateos fue Madre de Plaza de Mayo y su abuelo estuvo muy activo en la APDH. Realizaron la búsqueda ante Amnistía Internacional y también ante el Ministerio del Interior en plena dictadura. Su abuelo contó durante los Juicios por la Verdad en La Plata que sólo dos vecinos se animaron a hablar con él y contarle lo que había pasado aquella madrugada de octubre del ‘76. Por testimonios de sobrevivientes como Cristina Comandé, Elena Corbín y Elio López, supieron que a Julio y a Graciela se los llevaron al Centro Clandestino de Detención conocido como Puente 12/Protobanco/Banco o Brigada Güemes. En noviembre los trasladaron al Pozo de Banfield, según testimonios de José María Noviello, Pablo Díaz y Alicia Carminati. “Dicen que diciembre fue el último mes que los vieron con vida. Estos son delitos de lesa humanidad, no prescriben y continúan en el tiempo. No tenemos los cuerpos de ninguno de los desaparecidos de mi familia. Mis primos siguen apropiados. Esta gente que está siendo juzgada, que ni siquiera se conectan a la audiencia, tienen un pacto de silencio y podrían decir dónde están los cuerpos y dónde están los nietos. Para eso podrían servir también estos juicios”, finalizó Ramiro.

 



Para cerrar su testimonio y homenajear también a Graciela Pernas, Ramiro Poce leyó un poema de autoría de la propia militante desaparecida de su libro “Pájaros Rojos” que dice: “A veces te siento cerca, a veces te siento lejos. Ay miedo, qué tonto miedo que me quiere tapar. Tapar la fuerza, tapar la pelea. Tapar la lucha y que me dice ‘Soy tuya”. Tomáme y sentémonos a llorarme. Pero yo quiero tenerte lejos. Porque hoy no sos vos más mía. Mías son otras. Más grandes, más negras, más frías. Que medicen. Tomános, levántate y luchemos”.

 


NIÑOS EN LOS CCD DE LA BONAERENSE

 
El testimonio final de la jornada fue el de MARÍA OFELIA SANTUCHO, hijas mayor de la pareja de militantes del PRT-ERP formada por Ofelia Paz Ruiz y Oscar Asdrúbal Santucho. Oscar era hermano de Mario Roberto Santucho, referente máximo del PRT y jefe del ERP. María Ofelia contó que su familia dejó la provincia de Santiago del Estero cuando ella era adolescente, y fueron a vivir en una casa en Morón. Así recordó que en el año 1975 se vivió con mucha tensión, ya que su padre fue asesinado en Tucumán, mientras ella, su madre y sus hermanas seguían en Morón. Dijo que ya en ese momento las medidas de seguridad militantes estaban en pleno funcionamiento, y que todos tenían otros nombres, a la vez que la casa familiar era visitada por muchos militantes a los que identificaban como “tíos”.

 

La testigo relató el operativo que sufrieron el 8 de diciembre del ’75, cuando estaban festejando el cumpleaños del hijo de un compañero del partido en presencia de varios niñxs, entre ellxs las 3 hijas del jefe de la organización, Ana Cristina, Marcela Eva y Gabriela Inés Santucho. Dijo que “en 2 segundos, de una patada se abre la puerta. Mi prima entra. Un tipo empieza a gritar. Nos quedamos paralizadas. Empezaron a entrar por las ventanas y en fracción de segundos había 12 o 15 personas en la casa. Gritos, patadas, insultos y preguntas como ‘¡¿dónde están las armas?!’ colmaron aquel allanamiento”. Contó que los represores rompieron varias sábanas, ataron a niñxs y grandes, entre ellos Ofelia Paz y Esteban Abdón, con las manos en la espalda y los sacaron de la casa bajo la mirada de los vecinos. Después los subieron en varios autos. A ella con sus dos hermanas. A María Ofelia le quedó grabado que uno de los represores preguntó a cuánto estaba Campo de Mayo, pero en realidad fueron llevadas al CCD “Brigada Güemes-Cuatrerismo” o “Puente 12”, en Panamericana y Richieri, en la rotonda que deriva ambas autopistas en el partido de La Matanza. En ese lugar sufrieron amenazas, golpes, y manoseos, más un interrogatorio comandado por el genocida apodado “Mayor Peirano”, el militar Carlos Antonio Españadero, que desde diciembre pasado está siendo juzgado por 17 casos de personas secuestradas en ese CCD.

 

Al día siguiente las llevaron al “Pozo de Quilmes”, donde estuvo 2 días junto a sus hermanas María Susana, María Silvia y María Emilia; sus tres primas, otro primo llamado Mario Antonio y 2 hijos de otros compañeros. La figura de un grupo de niños cautivos en un CCD dela Policía Bonaerense fue rara vez escuchada en estos juicios, y la testigo y sobreviviente dijo que allí los cuidaban unas “asistentes sociales”. El periplo terminó con el represor Españadero sacándolos del lugar para dejarlos en un hotel en el barrio porteño de Flores. Finalmente, como el PRT había localizado el hotel, fueron llevados a la embajada de Cuba, donde estuvieron 1 año sin poder salir. Tras ese lapso pudieron salir del país con destino en Cuba.

Para finalizar su testimonio María Ofelia Santucho reclamó “Verdad y Justicia” por el horror vivido por su familia » y recordó a 5 mujeres que “me han acompañado en mi vida»: su prima hermana Graciela Santucho, su tía Nenita, su tía Cristina Navajas de Santucho y la militante de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos Adriana Calvo, que luchó incansablemente para que esta causa llegara a juicio y falleció hace más de 10 años.

En la audiencia xxx de este debate Miguel Santucho refirió que de los diez hermanos Santucho todos sufrieron alguna consecuencia por su militancia. Además contó la desaparición de su madre Cristina Navajas en conjunto con su cuñada Manuela Santucho y Alicia Dambra, ocurrida el 13 de julio de 1976 en Capital Federal, y el asesinato de Mario Roberto Santucho, Benito Urteaga y Domingo Menna, tres de los máximos referentes del PRT-ERP que cayeron el 19 de julio de aquel año en un operativo en Villa Martelli. Si bien los casos de Cristina y su hijo nacido en cautiverio en el Pozo de Banfield forman parte de la acusación, los hechos sufridos por María Ofelia y sus familiares que pasaron por el “Pozo de Quilmes” no, lo cual motiva tarea para las partes acusadoras.


PLANTEO FINAL

Al finalizar la audiencia el fiscal Juan Martín Nogueira anunció que la querella oficial en el debate pedirá una audiencia para solicitar la ampliación de diversos casos que son parte de la acusación pero que están conceptuados de manera incompleta (desapariciones forzadas u homicidios como simples privaciones de libertad con aplicación de tormentos) o no están debidamente caratulados, hecho a su vez sólo atribuible a la desidia con que instruyen estas causas el ministerio público y los juzgados federales. Veremos qué resulta del planteo, sobre todo teniendo en cuenta que la propia fiscalía viene realizando una tarea de “instrucción express” de varios casos que han quedado marginados de la acusación formal del juicio, y que además las ampliaciones por “hechos nuevos” que habilita el código procesal son siempre menos amplias que la totalidad de los crímenes probados e impunes cometidos en los distintos CCD que llegan a juicio, en este caso las Brigadas de Banfield, Quilmes y Lanús/Avellaneda. Desde el espacio Justicia Ya! La Plata nos hemos opuesto sistemáticamente a la elevación a juicio de las causas de manera fragmentada e incompleta, ya que sabemos que muchas veces no habrá oportunidad de llevar a debate todo aquello que queda por fuera de las magras instrucciones oficiales, y que casi siempre los jueces de los tribunales orales se niegan con criterios estrechos a incluir en el juicio aquello que no se hizo a tiempo, incluso aunque tenga total sustento probatorio.


El juicio continúa el 10 de agosto con más testimonios de familiares de las víctimas y sobrevivientes del Genocidio. Se puede seguir en vivo todos los martes por la mañana por los canales youtube del CIJ y del Tribunal Oral Federal 1 de La Plata.





 

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