sábado, 8 de mayo de 2021

04 DE MAYO DE 2021: VIGÉSIMA QUINTA AUDIENCIA

UNA NOCHE DE MÁS DE 37 AÑOS



En una nueva audiencia del juicio por los crímenes cometido en la Brigadas de Investigaciones de la Bonaerense en dictadura se escucharon los testimonios de un delegado de la fábrica Kolynos de Quilmes secuestrado en mayo del ‘76, y de Pablo Díaz, estudiante secundario y militante de la Juventud Guevarista secuestrado en septiembre del ’76 en el marco de la “Noche de los Lápices” y sobreviviente de los CCD de Arana, “Pozo de Banfield”, “Pozo de Quilmes” y Comisaría 3ra de Lanús.


Por Espacio de Lucha Nilda Eloy

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OBRERO DE KOLYNOS

La audiencia comenzó con el testimonio de un sobreviviente del “Pozo de Banfield” que pidió que su testimonio no fuera transmitido públicamente. El testigo ya había declarado en el Juicio Por la Verdad en septiembre de 2007 en el marco de la causa nº 1967 caratulada "Agüero Narciso y otros", y allí relató que era delegado y miembro de la Comisión Interna de la empresa Kolynos de Quilmes, y participó de las discusiones paritarias del año 1975 como parte del Sindicato Perfumista. En aquella oportunidad el sobreviviente dijo que tras ser secuestrado en su casa de Flores pasó una semana confinado en la Brigada de Investigaciones de Banfield en mayo de 1976. Agregó que antes de ser liberado lo llevaron con un grupo de detenidos a un lugar que estima era el CCD Puente 12 y luego lo tiraron cerca de San Fernando.

37 AÑOS DESPUÉS

El segundo testimonio correspondió a PABLO ALEJANDRO DÍAZ, sobreviviente de los CCD de Arana, “Pozo de Banfield”, “Pozo de Quilmes” y Comisaría 3ra de Lanús, secuestrado en septiembre de 1976, en el marco de los hechos conocidos como “Noche de los Lápices”, cuando era estudiante secundario y militante de la Juventud Guevarista.

Díaz comenzó leyendo una notificación de la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas (Conadep) de junio de 1984 donde le informaban que su declaración ante ese órgano había sido elevada a la justicia federal platense, con lo cual señaló que “hace 37 años dio el primer testimonio. Lamento por los que no han podido sobrevivir para dar también su testimonio. Agradezco haber sido tan joven cuando me tocara ser víctima y estar hoy después de 37 años acá pudiendo testimoniar.”. También recordó el Habeas Corpus que se presentó por él en el año ’76, “porque es la cabal referencia de lo que me pudo haber pasado”. El testigo mostró a cámara durante todo su relato fotos de la película “La Noche de los Lápices”, de cuya elaboración participó en el guión como sobreviviente, para tratar de ilustrar las situaciones que pasó en los distintos campos. (1)

Entonces relató que fue secuestrado en su casa de calle 10 y 40 en La Plata el 21 de septiembre de 1976 a las 4 de la mañana por un grupo de tareas dependiente de distintas fuerzas de seguridad, tanto de la policía de la Provincia de Buenos Aires como del Ejército Argentino. Afirmó que comprendió la situación rápidamente y sabía que lo venían a buscar a él por los hechos previos que se habían sucedido contra estudiantes secundarios, desde el secuestro y asesinato de Ricardo “Patulo” Rave en su mismo barrio en diciembre del ’75, pasando por las desapariciones forzadas de Víctor Treviño y Fernanda Gutiérrez, ambos jóvenes militantes secundarios secuestrados el 4 de septiembre del ’76 a 4 cuadras de la casa de Díaz, los hechos de la “Noche de los lápices” del 16 de septiembre de ese año y los secuestros de Emilce Moler y Patricia Miranda, ocurridos un día después de este último hecho. “Con varios estudiantes fuimos a las casas de estos chicos secuestrados, y los padres nos decían que no nos preocupemos”, aseveró el testigo, y agregó que “lo único que sabíamos era que algo había pasado y creo que los padres manejaban la situación como podían”.

Así recordó la militancia que se había desarrollado en la Coordinadora de Estudiantes Secundarios, que aglutinaba organizaciones de distintos colegios, y puntualizó que a partir del golpe de Estado los centros de estudiantes habían sido cerrados. Para definir el clima de época dijo que “no podíamos participar en agrupaciones políticas, no podíamos caminar más de tres personas juntas por La Plata. Podíamos haber seguido una resistencia contra la dictadura, pero ya nos calificaban de ‘potenciales subversivos''.

Pablo recordó que durante el operativo en su casa los represores ingresaron violentamente, armados y vestidos con pasamontañas, pantalón bombacha de fajina del Ejército y camisas de civil, fueron reduciendo a sus seis hermanos mientras bajaban de sus habitaciones y cuando él apareció uno lo señaló directamente. “Sólo uno estaba a cara descubierta y de traje. Después supe que era el subcomisario Héctor Vides, que manejaba el operativo y fue el que me señaló”. De esa manera lo tiraron al piso y le preguntaron por armas, mientras iban revisando la casa y robando cosas de valor. Luego le pusieron un pullover en la cabeza y se lo llevaron en el asiento trasero de un auto. Después de andar un tiempo bastante prolongado entraron a la casona de una estancia que tiempo después supo que se trataba del Campo de Arana, conocido como “La Armonía”, dependiente del Ejército y donde hoy está la sede del Regimiento 7. “En ese lugar pueden estar enterradas distintas personas”, señaló con firmeza Díaz. En Arana fue golpeado y torturado varias veces con picana eléctrica con preguntas sobre la UES y la Juventud Guevarista. El testigo informó que la tortura fue también que le arrancaran una uña del pie, que lo sumergieran en un tacho con agua tras la picana o que intentaran violarlo cuando pidió ir al baño, y que le realizaran un simulacro de fusilamiento en presencia de un supuesto capellán del Ejército. Los interrogatorios “más del tipo ideológico” los realizaba u represor de mando que se hacía llamar “El Coronel” y les decía “¡Qué carajo tienen que hacer yendo a las villas si en sus casas tienen todo!”.

En los 6 días que estuvo en Arana pudo saber del paso de otros detenidos por ese lugar como Ernesto Canga, Marelene Kegler Krug, José María Schunk, Ángela Lopez Martín, Claudio De Acha, María Clara Ciocchini, Norma Delmisier, María Claudia Falcone, Francisco López Muntaner,  Daniel Racero, Víctor Treviño, Horacio Úngaro, todos desaparecidos, y los sobrevivientes José María Noviello, Emilce Moler, Patricia Miranda, Walter Docters y Gustavo Calotti.

Sobre el final de su paso por Arana el sobreviviente recordó que “una noche empieza a haber movimiento de camiones o micros y sentimos que dicen ‘vamos que viene el otro grupo’”. Intuye que eran 20 o 30 personas llevadas en un vehículo grande. Al llegar a lo que después supo que era el “Pozo de Banfield” escuchó que se abría un portón y, tras ser bajados, los fueron llevando a los golpes hasta un segundo o tercer piso. En Banfield se volvió a encontrar a Ernesto Canga y conoció a Néstor Eduardo Silva, que le enseño a comunicarse golpeando las paredes, y a su compañera Norma Beatriz del Missier, que permanecen desaparecidos.


                                     

Diaz mostró a cámara el original de un gráfico que realizó en el ’83 ante Condep del CCD de Banfield, recordó que fue “la primera vez que alguien describió uno de esos lugares” y lo describió: “tenía dos pabellones. Uno adelante, donde se sentaban los guardias, y después dos pabellones a lo largo con baños al final de cada uno, donde podía haber 10 o 15 celdas o calabozos cerrados. Había muchos adolescentes y embarazadas en estado avanzado”.

Respecto a los detenidos de los que supo que pasaron por Banfield, además de Canga, Silva y Del Missier, Díaz enumeró a una importante cantidad de víctimas: Alicia Carminati y su padre Víctor, José María Noviello, el grupo de La Noche de los Lápices” integrado por María Clara Ciochini, Claudio De Acha, Francisco López Muntaner,  María Claudia Falcone, Daniel Racero, Horacio Úngaro, Osvaldo Busetto,  Graciela Pernas, Manuela Santucho, Julio Poce, Jorge Ogando, Walter Docters, Graciela Pujol, Stella Maris Montesano, Gabriela Carriquiriborde y Cristina Navajas, las tres últimas embarazadas. Respecto a estos últimos casos, Díaz señaló que fue testigo de dos nacimientos en cautiverio. A Gabriela Carriquiriborde la asistió los cuatro días previos al parto, dijo que “se la llevaron arriba de una chapa y a la hora escuchamos el llanto de un bebé”. Agregó respecto a la maternidad clandestina que funcionaba en el CCD que “a las embarazadas las cuidaban como a una joya”, y mencionó al imputado Jorge Antonio Bergés, médico de la Bonaerense, como el encargado de los partos.

Respecto a los delitos sexuales refirió el caso de María Claudia Falcone, quien fue violada. “Recién hace dos años, dos fiscales me pidieron que diga si había tenido abusos”, señaló y se quejó de que en ninguna de sus declaraciones anteriores la justicia hubiera indagado en los delitos sexuales cometidos en Banfield. 

Sobre su salida de este CCD comentó que el 28 de diciembre del ‘76 lo llevaron al primer piso, donde tuvo una entrevista con el genocida y apropiador Oscar Ontonio Pena, que le dijo que lo iban a pasar a disposición del PEN. De Banfield lo llevaron al Pozo de Quilmes”. “Me comentaron que antes de que nosotros llegáramos, había estado Víctor Treviño, lo habían bañado, perfumado y vestido y lo habían sacado a las cuatro de la tarde. Víctor continúa desaparecido”, puntualizó.

Tras un mes en Quilmes fue trasladado a la Comisaría 3ª de Valentín Alsina, “donde no nos quisieron recibir”, y de allí fue llevado a la Unidad 9 de La Plata. Sobre el paso por la cárcel ya como preso político legalizado subrayó que “en ese periodo estuve en la enfermería, me cortaron el pelo y me curaron los ojos”. Rememoró que en el año ‘79 fue visitado en la cárcel por la Cruz Roja Internacional y que salió en libertad recién en noviembre del ‘80. 

Dando cuenta de un trabajo de años en la recolección de datos sobre los represores del Circuito Camps, Díaz leyó una lista de los represores del Ejército y de la Policía que intervinieron en su secuestro y cautiverio:  el comisario inspector Arana, alias «La Chancha», Astolfi, alias «El cura», un parapolicial de apellido Baldaserre, que dependía directamente de Ramón Camps, el teniente coronel del Ejército Ricardo Campoamor, Miguel Osvaldo Etchecolatz, director de Investigaciones de la Bonaerense, Carlos Alberto Jurchs, oficial de la policía, el comisario Alfredo Fernández,  Roberto Balmaceda, del Destacamento 101 del Ejército, Raúl Gatica, de la policía, Roberto Omar Grillo, suboficial de la policía, que según el testigo “fue uno de los que entró en mi casa”, Pedro Muñoz, también policía, Juan Carlos Nogara, el arzobispo platense Antonio Jesús Plaza, el teniente coronel Enrique Arrospide, el teniente coronel Roberto Valdez, el teniente coronel Carlos Sánchez Toranzo, el subcomisario Trotta, el comisario Raúl Vargas, el inspector Luis Héctor “Lobo” Vides, y al jefe de la Brigada de Banfield, Juan Miguel Wolk, alias “Alemán” o “Patón.

Al terminar su testimonio Díaz agradeció haber sido escuchado y dijo que espera “juicio y castigo a los culpables y cárcel común a los responsables”. Y finalmente realizó una reflexión: “Ruego por una sola persona, por un solo ser humano, y piensen en 9 mil en fila, si quieren cuantitativamente obviar 20 mil más. Nunca le saquen la responsabilidad al ser humano sobre lo que es capaz de hacer. Y pregúntenle para qué sirve la justicia”. Finalmente le pidió al tribunal que le retire la prisión domiciliaria a los represores imputados en este debate y le dijo directamente a los jueces: “Entiendan lo de las nueve mil personas. El crimen de lesa humanidad es el peor crimen del mundo”.

(1) https://www.youtube.com/watch?v=JOzCAXqGFgI 

  

El juicio continúa el 11 de mayo con más testimonios de familiares de las víctimas y sobrevivientes del Genocidio.  Se puede seguir en vivo todos los martes por la mañana por los canales youtube del CIJ y del Tribunal Oral Federal 1 de La Plata.


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