sábado, 8 de mayo de 2021

27 DE ABRIL DE 2021: VIGÉSIMA CUARTA AUDIENCIA

REVANCHA DE CLASE

En una nueva audiencia del debate por las Brigadas de Investigaciones del conurbano bonaerense en dictadura se escucharon tres testimonios. Leonardo Blanco, secuestrado torturado y preso en el tercer gobierno peronista, Liliana Canga, hermana del obrero de Hilandería Olmos desaparecido Ernesto Canga, identificado por el EAAF en 2011, y el militante chileno Marcos Alegría, secuestrado torturado y expulsado del país por su activismo en la fábrica Saiar; relataron la revancha de clase que sufrieron los trabajadores y el pueblo en la aplicación del Genocidio.


Por Espacio de Lucha Nilda Eloy

https://juiciobanfieldquilmesinfierno.blogspot.com/

https://www.facebook.com/EspaciodeLuchaNILDAELOY 

 

UN mes desaparecido y cinco años preso

El primer testimonio fue el de LEONARDO BLANCO, militante de la Juventud Peronista en Lanús, secuestrado a fines de 1975 y sobreviviente del “Pozo de Banfield”, que ya operaba como Centro Clandestino de Detención en el tercer gobierno peronista.

Blanco relató que como militante de la JP había activado en la campaña por el regreso de Perón al país. Dijo que fue secuestrado por Fuerzas Conjuntas la madrugada del 7 de noviembre del ‘75 de su casa de Lanús este, junto con su hermano Néstor Eduardo Blanco, obrero metalúrgico y militante del PRT-ERP. Según pudo reconstruir, los que operaron dentro de su casa vestían uniforme policial, mientras el Ejército rodeaba la manzana. Primero fueron llevados tabicados a la Comisaría 2ª de Lanús y luego a la Brigada de Investigaciones de Banfield. Sobre este último lugar dijo: “Ese fue un lugar de tortura. Mucha gente en el piso. Era la sala de torturas. Se escuchaban gritos permanentemente y maltratos. Estábamos vendados y atados con las manos atrás. No sabíamos si era de día o de noche”.

De allí los llevaron al Pozo de Quilmes, donde fueron ubicados en celdas individuales y tabicados, aunque ya no recibieron torturas. Sí escuchaban que se torturaba a otros detenidos. En Quilmes encontró a otros detenidos, entre ellos Antonio Garrido, que era vecino suyo, Fabio y Filemón Acuña, oriundos de Formosa, Gustavo Marcelo Bockenheim, y una persona de apellido Godoy, que era de Zárate o de Campana. Allí los represores los alimentaban en la boca con una sopa. Luego los destabicaron, les permitieron bañarse y recuperaron la movilidad. En el “Pozo de Quilmes” se enteró por un represor apodado “Javier” de la muerte del dictador español Francisco Franco, a fines de noviembre del ’75.

Tras un mes de cautiverio, el 11 de diciembre del ’75, Blanco y su hermano fueron llevados a la cárcel de Devoto, donde fueron golpeados al llegar. A los pocos días los trasladaron a la cárcel de Resistencia, junto a Ramón Tobeñas Escalet, ciudadano español que había sido llevado secuestrado a Quilmes a mediados de noviembre del ’75.

Luego de 6 años exactos, el 7 de noviembre de 1981, Blanco salió de la cárcel. Para finalizar el testigo dijo que tras su secuestro desaparición se desarmó su familia y quien más sufrió el hecho fue su hijo, ya que “De repente desaparecí”, concluyó.

Como se ha venido narrando en este y otros debates las Brigadas de Investigaciones de La Bonaerense en Banfield, San Justo y Quilmes fueron utilizadas como CCD por lo menos desde el año 1974. Por “Pozo del Quilmes” pasaron al menos 22 personas secuestradas durante el tercer gobierno peronista.

CERRAR EL CÍRCULO

El segundo testimonio de la jornada fue el de LILIANA CANGA, hermana del obrero de Hilandería Olmos Ernesto Enrique Canga Barragán, secuestrado el 25 de septiembre de 1976 en La Plata, asesinado desde el “Pozo de Banfield” en diciembre de ese año y cuyos restos fueron identificados por el EAAF enterrados en el Cementerio de nuestra ciudad.

Liliana inició relatando que la madrugada del 25 de septiembre llegó un operativo a la casa familiar de City Bell donde estaban su madre, su hermano y ella, rompieron la puerta y entraron preguntando directamente por Enrique. Tras reducirlas y tapar con sábanas a las mujeres comenzaron a pegarle a Enrique, Lo vendaron, lo maniataron y se lo llevaron. A Liliana uno de los represores le preguntó la edad, y al responder que tenía 14 años le dijo "Ah... no, sos muy chiquita. No la llevamos, no”. Lo que sí hicieron fue dar vuelta la casa y robar dinero y mercadería de un pequeño almacén que tenía la familia. Además les cortaron el teléfono y amenazaron con que no salieran por un rato.

La madre de Ernesto fue a la Comisaría de City Bell a hacer la denuncia y no se la tomaron. Posteriormente se presentó un Habeas Corpus por vía de un abogado amigo de la familia. “No supe más nada. Después pasaron los años y una se fue enterando que no éramos los únicos, porque se fueron conociendo testimonios de distintas personas y sobrevivientes. Mi mamá pudo acercarse al grupo de Madres de Plaza de Mayo y fuimos a algunas marchas. En el ’86, cuando se presentó el libro ‘La Noche de Los Lápices’ me enteré que él había estado con esos chicos en el Pozo de Banfield”, sintetizó Liliana sobre la búsqueda de su hermano.

En esta causa se tiene por probado por los testimonios de los sobrevivientes Alicia Carminati y Pablo Díaz que Ernesto Canga pasó por el Pozo de Banfield por lo menos entre el 26 de septiembre y el 29 de diciembre del ’76. Carminati dijo en el Juicio por la Verdad en 2003 que reconoció a Canga en el traslado de Arana a Banfield por un silbido que siempre hacía, ya que era conocido de su familia. En el mismo ámbito pero en 1998 Diaz manifestó que en Arana estaba un obrero de City Bell y que él permaneció detenido cerca de noventa días en Banfield y pudo ver allí al grupo de sus compañeros secundarios secuestrados en La Noche de Los Lápices y a Ernesto Canga.

Ernesto tenía 20 años y trabajaba en Hilandería Olmos, donde era delegado. “Parece que el dueño tenía problemas con los delegados, y se jactaba de ser gran colaborador con las fuerzas de seguridad porque vinieron a buscarlo directamente a él”, dijo Liliana. Sobre la identificación de los restos de su hermano Liliana dijo que “En 2010 me acerqué al Equipo Argentino de Antropología Forense. Dimos la muestra de ADN y en 2011 me llamaron porque habían identificado los restos en una tumba NN en el cementerio de La Plata”.

En la 5ta audiencia de este debate la integrante del EAAF Patricia Bernardi realizó un informe sobre las exhumaciones realizadas por el equipo en el Cementerio de La Plata y destacó la identificación en 2011 de los restos de Canga, inhumados en la Seccion 4, Tablon U, Sepultura 7, codificados como LP-4-U-7. Agregó que el cuerpo presentaba múltiples lesiones de arma fuego y una herida premortem sanada con cayo óseo en fémur derecho, producto de una operación que Canga había tenido en 1975 con colocación de una placa y tornillos que estaban en el esqueleto.

Al respecto Liliana agregó que fue en noviembre de 2011 que recuperó los restos de su hermano, lo que le permitió “cerrar un círculo” a ella y a su madre, que hoy tiene 91 años.

Puntualizó que cuando empezó a hacer los trámites para que le entregaran los restos de Ernesto le dieron un certificado de defunción, según el cual su cuerpo apareció en 32 y 119 en la vía pública el 23 de diciembre del ’76 con un orificio de bala en la nuca. “Pero cuando el EAAF me entrega la autopsia, ésta indica orificios de bala en brazos, piernas y tórax. Entonces fue acribillado. Con lo cual el famoso criterio de enfrentamiento no tiene sentido. Fue directamente una masacre”, definió Liliana. La hermana del desaparecido cerró su exposición diciendo que para ella su hermano “era mi referente paterno, porque mis padres estaban separados. Yo tuve que salir a trabajar y afrontar todos los gastos de casa. Para mi haber recuperado los restos fue muchísimo. Pero esto no va a terminar hasta que el último responsable tenga su merecido por vía de la justicia”.

NO TE HAGAI EL HEVÓN”

El último testimonio fue el de
ALEGRÍA
, ex militante del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR), chileno de nacimiento, ex trabajador de SAIAR y sobreviviente del “Pozo de Banfield” que declaró por videoconferencia desde Grenoble, Francia, donde vive desde su exilio en febrero del ’77.

El testigo contó que se recibió de bachiller en la Escuela Normal de Santiago de Chile, donde militaba y era responsable político ante el Consejo Normativo, por lo cual tuvo que escapar de su país por la persecución que desplegó el régimen fascista de Augusto Pinochet desde septiembre del ’73. En agosto del ‘74 se vino a vivir a Quilmes con hermano de la vida. Dos meses más tarde entró a trabajar en la metalúrgica Saiar, que fabricaba termotanques. “Me integré bastante bien”, dijo Alegría, y agregó que por ese entonces “ya la producción era bastante importante, y estaba en pleno desarrollo de luchas sindicales por obtener el respeto de normas de seguridad y reivindicaciones en cuanto a mejoras de salario. Trataban de hacernos trabajar al máximo, con el menor costo posible”. Alegría dijo que si bien no era delegado sí era activista, y desde su experiencia militante recordó que los trabajadores de Saiar eran vanguardia de lucha en la región, e integraban la Coordinadora Sur de Mesas de Gremios en Lucha que surgió hacia 1975 como espacio que aglutinaba las comisiones internas opuestas a las conducciones burocráticas.

En Saiar en particular la lucha era por superar los planteaos acuerdistas de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), conducida por Lorenzo Miguel.

Como ya se ha relatado en este debate, el 13 de abril del ‘76 el Ejército rodeó la planta y copó la fábrica, llevó a los obreros al playón de entrada y comenzó a pasar lista. El nombre de Marcos fue mencionado en esa instancia. “Nos llevaron dos o tres oficiales, más el jefe de personal, que empezó a llamar de a uno. Dentro de esos estaba yo junto con seis compañeros más. Nos subieron en un camión y nos trasladaron a la 1ª de Quilmes”. El testigo afirmó que en ese lugar fue torturado e interrogado, con una particularidad: un interrogador le dijo con acento chileno “no te hagai el huevón!”, en clara significación de la coordinación represiva que operaba en Argentina la DINA chilena como parte del plan de exterminio, y que hoy denominamos “Plan Cóndor”. “Me dije ‘mierda, es chileno’, y el interrogatorio pasó a otro nivel”, aseguró Marcos.

De Quilmes fue llevado al “Pozo de Banfield” alrededor del 17 de abril del ’76, donde pasó confinado hasta fines de mayo del mismo año. “”En Banfield nos torturaron mucho. Esa fue la parte más dura”, dijo Marcos y recordó a otros detenidos como “Argentino Cabral, Omar y su esposa, ellos decían que eran dirigentes de Sanitarios, a un compañero médico que tenía una rodilla hecha pedazos, y a un compañero Pérez que era cordobés, de la industria metalúrgica”. El sobreviviente dijo que fue sacado con otros detenidos varias veces de Banfield y llevado a otro CCD que estima sería Puente 12 en La Matanza. Luego lo volvían a llevar a Banfield. Sobre la actuación de un médico entre los torturadores, Alegría afirmó que “había alguien que decía ‘a este pueden seguir dándole’, ‘déjenlo respirar’, ‘puede aguantar otra’. Porque ahí había todo tipo de tortura. Después de esa visita a la ‘cámara del horror’ nuestro organismo se había acostumbrado. Ahí tenían parrilla, submarino, picana. La verdad, horrible”. Alegría recordó que tuvo una herida grave en la palma de la mano que tardó años en curarse.

Marcos Alegría fue llevado a la Cárcel de Devoto con Jorge Varela y Argentino Cabral en julio del ’76. Luego a la Unidad 9 de La Plata a fines de septiembre de ese año. En esos lugares, aunque estuvieran blanqueados a disposición del Poder Ejecutivo Nacional, continuaron los golpes. En la Unidad 9 recibió visita de sus familiares, que realizaron las gestiones para su salida del país a Francia. En noviembre del ‘76 fue llevado a la sede de Coordinación Federal y luego a la Alcaidía, donde le hicieron firmar la renuncia a su puesto de trabajo en Saiar, para completar la operatoria represiva que padeció.

Finalmente fue expulsado a Francia en febrero del ’77: “Me liberan en el avión, donde me sacaron las esposas y le entregaron un certificado a uno de los oficiales del avión. Llegué hecho pedazos, con lo puesto. Con la ropa con que me habían levantado”, describió el sobreviviente. En Europa pudo rehacer su vida, estudiar y trabajar hasta jubilarse. “El pueblo francés fue bastante solidario con la lucha del pueblo chileno y argentino y latinoamericano», cerró su relato, no sin recordar a su compatriota y obrero de Saiar Luis Adolfo Jaramillo, desaparecido en Quilmes en noviembre del ’76.

En la 8va audiencia de este debate la socióloga Victoria Basualdo resumió la situación represiva sufrida por los trabajadores de Saiar, del grupo empresario Garovaglio-Zorraquín, definiendo que allí hubo al menos 9 casos de trabajadores secuestrados e incluidos en esta causa: Raúl Horacio Codesal, Nicolás Adán Barrionuevo (miembros de la comisión interna y delegados), Luis Adolfo Jaramillo, Francisco Domingo Orellana, Héctor Alberto Pérez, Gerardo Tomás Carrizo, Jorge Varela y Héctor Tomás Campepadros y su esposa Adriana Patricia Sotelo. Además puntualizó sobre la responsabilidad del gerente de relaciones laborales Juan Manuel Martínez Riviere y del teniente coronel Guillermo Antonio Minicucci, uno de los militares que frecuentemente concurrían a la fábrica para coordinar la represión.

El juicio continúa el 27 de abril con más testimonios de familiares de las víctimas y sobrevivientes del Genocidio. Se puede seguir en vivo todos los martes por la mañana por los canales youtube del CIJ y del Tribunal Oral Federal 1 de La Plata.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

AUDIENCIA 37 DEL JUICIO POZO DE BANFIELD, POZO DE QUILMES E “INFIERNO”

FUENTE: DIARIO CONTEXTO - Ago 24, 2021 E l secuestro y desaparición de Ricardo Darío Chidichimo, por entonces meteorólogo recibido e...