martes, 1 de diciembre de 2020

24 DE NOVIEMBRE 2020: QUINTA AUDIENCIA

LA MECÁNICA DEL DESTINO FINAL


Este martes 24 de noviembre se escucharon los testimonios por videoconferencia de dos integrantes del Equipo Argentino de Antropología Forense que se explayaron sobre la tarea forense de identificación de restos de personas desaparecidas inhumadas clandestinamente como NN.

Por HIJOS La Plata

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LOS SIMULADORES

Al inicio de la audiencia se realizó el acto pendiente de la indagatoria al genocida Ricardo Armando Fernández, integrante del plantel del Destacamento 101 del Ejército, que se negó a declarar y cuya acusación por más de 430 casos de secuestros y torturas, 7 apropiaciones y 2 violaciones por hechos ocurridos en Banfield y Quilmes había sido puesta en suspenso a partir de su apartamiento por senilidad en agosto pasado del juicio por los crímenes en la Brigada de San Justo. Ello derivó en nuevos estudios en octubre que no sólo certificaron que está apto para ser juzgado sino que simulaba una situación que no padecía. Fernández fue entonces debate por San Justo, donde el 2 de diciembre recibirá sentencia junto a otros 16 represores.

Resta el mismo acto sobre el genocida Eduardo Samuel De Lío, jefe del Batallón de Arsenales de Monte Chingolo -sede del área militar 111- entre diciembre del ’77 y octubre del ‘80, imputado por 102 casos de secuestros y torturas producidas en el Pozo de Quilmes antes del golpe genocida, y que desde 2012 goza de la domiciliaria en su depto De García del Río 2539 en Caba. Un informe del Cuerpo Médico Forense de la Corte Suprema afirma con abstracciones varias que el reo presenta “demencia escondida” y someterlo a juicio podría causarle un “trauma emocional”, pero en el informe del perito de parte de Justicia Ya, Daniel Kersner, se afirma que “la clínica es soberana, y el examen clínico psicopsiquiátrico del Sr. De Lío no dejó lugar a dudas acerca de su capacidad de estar en juicio”. Se dispusieron nuevas evaluaciones esta semana, tras lo cual se decidirá la suerte del genocida.


ENTERRAMIENTOS CLANDESTINOS

A continuación se escuchó la exposición de Patricia Bernardi, testigo de concepto integrante del Equipo Argentino de Antropología Forense, institución que ha trabajado desde 1984 como equipo multidisciplinario en la documentación de casos de violaciones de derechos humanos en todo el mundo, en tareas de investigación, exhumación, análisis e identificación de restos de personas v´citimas d ela represión estatal. La recuperación de los restos hacia las familias y al aporte al proceso de verdad histórica de los hechos del Terrorismo de Estado están entre los objetivos centrales del equipo. Para ello se han basado en el trabajo sobre distintas fuentes orales y escritas, los libros de cementerios, certificados de defunción, registros de las personas, así como informes judiciales y los propios documentos militares y policiales existentes. EN concreto la tarea se divide en tres grandes paso: arqueología, laboratorio y genética.

Bernardi aclaró que expondría sobre 13 casos referidos a este juicio unificado, aunque en verdad son por lo menos 24 los casos de homicidios probados cometidos en el período ’74-’78 en los CCD de las Brigadas de Investigaciones de Banfield, Quilmes y Lanús.

En el conjunto de casos, 10 identificaciones de restos fueron realizadas a partir del trabajo en el cementerio de Avellaneda, 1 en el de Lomas de Zamora, 1 en el de La Plata y 1 en el de General Villegas en La Matanza. Bernardi explicó la relación existente entre la ubicación de los cementerios respecto a la zonificación militar represiva vigente en dictadura. Así, los CCD motivo de este debate se ubicaron en la Zona 1, subzona 11 a cargo del Comando del Primer Cuerpo del Ejército, y además de las Brigadas en cuestión incluyó la docena de CCD de La Plata, “Puesto Vasco (de Don Bosco, Quilmes), el “Sheraton”, el “Vesubio” y el “Banco” (de La Matanza), entre otros.


Respecto al cementerio municipal de Avellaneda, ubicado desde 1876 en el barrio Villa Corina, al noreste de ese partido, se sabe que el lugar fue un engranaje central en la dinámica del destino final de los hechos del terrorismo de estado en la provincia de Buenos Aires, no sólo desde marzo del ’76 en adelante sino también por los hechos del ataque del ERP al cuartel de Monte chingolo en diciembre del ’75, hecho en el que hubo al menos 55 enterramientos clandestinos de militantes asesinados en la represión desplegada tras el copamiento de la sede militar.

La antropóloga explicó que la actuación del equipo en Avellaneda comenzó en octubre del ’86, cuando la justicia ordenó intervenir por el caso de Rafael Perrota, director del diario Cronista Comercial secuestrado en junio del ‘77 y visto en el Pozo de Banfield hasta fines octubre del mismo año, cuyo caso forma parte de la acusación en este debate. La actividad también se inició a partir del caso de María Teresa Cerviño, asesinada en la vía pública en Lomas de Zamora en abril de 1976 y enterrada como NN en Avellaneda, en cuyo expediente tuvieron intervención los jueces Raúl Varesio, Pedro Luis Soria y Ángel Nelky Martínez, con un rol de total encubrimiento de los enterramientos clandestinos.

El sector clave en este cementerio es el denominado 134, asignado formalmente a las tumbas NN y donde ya desde inicios de 1976 el intendente militar defacto, Marcelo D’Elía, mandó a construir un muro para aislar la zona del resto de la necrópolis, dar acceso directo con un portón desde la calle Oyuela y poder actuar con operativa discreción en la manipulación de enterramientos clandestinos. 

Así, diez años después de iniciada la dictadura, el EAAF encontró la zona abandonada y cubierta de vegetación. Tras desmalezar marcaron las cuadrículas correspondientes a las fosas formalmente asentadas, pero descubrieron que se trataba de varias fosas comunes con esqueletos articulados (mezclados) y evidencia asociada como proyectiles de arma de fuego, aunque no se trataba de un osario.

Con ello se realizó un informe de 11 cuerpos levantados, entre los que no estaba el de Perrota, y pidieron a la justicia realizar una excavación extensiva. Así se trabajó entre el ’88 y el ’92. Ya como peritos en causa judicial leyeron libros del cementerio del período ‘75-’80, apartaron los casos de personas enterradas como NN con causal de muerte traumática y los cruzaron con la lista de CCD de la zona y con los legajos de Conadep. Respecto a esos libros del cementerio, Bernardi señaló que entre la irregularidades existentes, en muchos casos no se encontraba asentada la fecha muerte de las víctimas, lo que complejizó el trabajo forense. Además afirmó que en dictadura a todos cadáveres hallados en la vía pública se le tomaban huellas, una copia la remitían a antecedentes de la policía y si la persona tenía antecedentes se lo identificaba. Pero en este cementerio no siempre se rectificaban las  inhumaciones como NN. Incluso al haberse utilizado indiscriminadamente las fosas para inhumaciones en masa, con numeración no correlativa, hubo que reconstruir un rango de su utilización y establecer tiempos probables de uso. “Las fosas comunes aquí era cavadas por civiles a pedido de personal policial o militar, y las denominamos ‘vaqueras, porque son del tamaño donde entra una vaca”, explicó la antropóloga.

En definitivia, por el trabajo de 4 años del EAAF se pudo establecer que en Avellaneda hubo ingresos de 245 personas en el sector 134 entre el ’76 y el ’80. “Con total impunidad hacían inhumaciones en cualquier momento del día por calle Oyuelas”, sentenció Bernardi. Del sector 134 faltan identificar unos 150 cuerpos. De todos hay perfil genético, pero falta material de las familias para poder compararlas. Hubo otros 120 de sector 132 pero fueron pasados a Osario y su identificación es prácticamente imposible. 

La especialista exhibió un Powerpoint con un resumen del trabajo realizado en Avellaneda, donde se pudo observar claramente toda la mecánica criminal del destino final clandestino de los cuerpos de desaparecidos de los CCD de la zona. Y enumeró de manera cronológica respecto a la inhumación los 10 casos de personas inhumadas como NN en las fosas del sector 134 de Avellaneda e identificadas por el EAAF que pasaron como detenidos desaparecidos por Pozo de Banfield y Pozo de Quilmes.

Así en 2012 se pudo identificar los restos de Ana Teresa Diego, estudiante de astronomía y militante de la Federación Juvenil Comunista secuestrada en La Plata el 30/9/76, fue llevada al Pozo de Arana y fue vista en el Pozo de Quilmes por Emilce Moler, Nora Ungaro y Walter Docters hasta diciembre del ’76. 

Con lesiones múltiples de disparos en hombro, tórax, pelvis, hueso sacro y vértebras se identificó a Gladys García Niemann y Silvia Noemí Giménez, secuestradas en Mar Del Plata el 19/7/76 junto a Antonio Luis Conti Cabrera, Gregorio Nachman, Patricia Marta Pedroche, Raúl Guido, Daniel Román y Nora Ester Román Suárez de Guerrero, todos ellos vistos en Pozo de Banfield y caso en este debate y esta última identificada en el cementerio de Lomas de Zamora. 

Con impactos de bala varios, entre ellos 3 impactos de bala en el cráneo se identificó en 2010 a Graciela Beatriz Sagués, asistente social y militante de la Juventud Universitaria Peronista secuestrada en su casa de La Plata el 25/1/77. “Chela” era compañera de Victorio Perdighe, también militante JUP, desaparecido en diciembre del ’76 y visto en “La Cacha”. Graciela estuvo en la Brigada de Investigaciones de La Plata (BILP), Pozo de Arana y Comisaría 5ta de La Plata. En Banfield estuvo casi todo el mes de abril del ’77, fue vista allí por Adriana Calvo y su cuerpo fue inhumando el primer cuatrimestre de ese año. Su homicidio fue probado en causa 2955/09, en el juicio “Circuito Camps” de 2012.

También con múltiples heridas de bala, 6 de ellos en cráneo de abajo hacia arriba fueron identificados en 2009 los restos de Anahí Silvia Fernández, secuestrada el 10/2/77 en su casa de Tolosa con su compañero Mario Mercader. Había sido vista en Pozo de Banfield por Adriana Calvo marzo del ’77, tras pasar por BILP, Arana y Comisaría 5ta. 

Además en la misma fosa D4 se identificó a Jose Roberto Bonetto, oriundo de Olavarría, arquitecto recibido en la UNLP, fundador de la FURN y militante montonero secuestrado el 1/2/77 en su casa de La Plata con su compañera Ana María Mobili, también caso en este juicio. SU caso fue probado en causa 1/SE FLP y juicio “Circuito Camps” en su paso por tres CCD de La Plata.

En similares circunstancias fue identificado Carlos Francisco Simón, marplatense, ingeniero recibido en la UNLP y militante montonero secuestrado el 7/2/77 en City Bell junto a su esposa Patricia Huchansky. También pasó por Pozo de Arana y Comisaría 5ta antes de ser visto por Calvo y otros cuatro sobrevivientes en Pozo de Banfield hasta abril del ’77. 

La licenciada Bernadi aportó el dato certero de que el 35 % de las personas identificadas en el cementerio de Avellaneda habían sido secuestradas en La Plata y trasladadas en algún momento a los pozos de Banfield o Quilmes.

En el caso de los restos de María Adelia Garín, secuestrada el 13/1/77 en Quilmes con su esposo Mario De Angeli, se la pudo identificar por los alambras presentes en el esternón producto de una operación de corazón que le había realizado René Favaloro en 1975. María era oriunda de Coronel Suárez, médica pediatra y militante de la JUP-Montoneros en el Hospital de Niños de La Plata. Estaba embarazada y de acuerdo al informe del EAAF María Adelia dio a luz, pero su hijo nunca fue ubicado. Su paso por el Pozo de Banfield fue probado en sentencia Juicio Circuito Camps de 2012. 

En el caso de Luis Adolfo Jaramillo, trabajador de origen chileno y empleado de la empresa de termotanques Saiar de Quilmes, se le tendió una trampa para cobrar indemnización y fue secuestrado el 29/11/76. Su esqueleto presentaba ausencia de maxilares y fue identificado en 1990 con la ayuda de las prótesis dentales que aportó su esposa al EAAF. 

Respecto a Miguel Ramón Galván, secuestrado el 10/9/76 en su casa de barrio El Faro de Lomas Zamora, se trataba de un joven de origen paraguayo, que fue hachero, verdulero, quinielero, albañil y militó en la JP. Fue visto por Emilce Moler y Walter Docters en el Pozo de Quilmes entre septiembre y diciembre del ‘76. Su esqueleto fue identificado por comparación genética con sus familiares, como inhumado en la fosa D6 de Avellaneda con varios orificios de bala.

En la fosa D1 fueron identificados Maria Magdalena “Malena” Mainer, secuestrada el 18/9/76 y confinada en el Pozo de Banfield hasta finales del ’77, su hermano Pablo Mainer y Nilda Susana Salomone. Los hermanos Mainer –en rigor toda su familia- fueron secuestrados en serie junto a Salomone y otros militantes como Domingo Moncalvillo, María del Carmen Morettini, Cecilia Idiart y Liliana Galarza, en una secuencia de caídas que va de septiembre del ’76 a marzo del ’77, hecho que implicó la desactivación de la regional La Plata de Montoneros y decenas de secuestros en la Brigada de Investigaciones de La Plata. Pablo Mainer estuvo recluido en la ESMA y antes de ser asesinado fue trasladado a la Brigada de La Plata para presionar a su hermana “Malena”. Por los casos de Mainer, Salomone y otros fue condenado a perpetua el capellán policial Cristian Von Wernich en 2007, ya que estuvo presente en la Brigada platense y coordinó los asesinatos de ese grupo de secuestrados.


Sobre el cementerio de Lomas de Zamora Bernardi sintetizó que en este lugar hubo al menos 116 actas de enterramientos de NN entre los años ’76-’78 en fosas individuales y comunes. Allí las fosas NN estaban ubicadas en paralelo a las nomencladas y entre los problemas que presentó la tarea forense es que se trabajó a 30 cm de la napa agua, con lo que hubo que buscar la época seca para desarrollar los trabajos. Aquí ayudó el hecho de que los libros del cementerio estuvieran completos y que la cantidad de cuerpos fue menor que en Avellaneda. 

Así se pudo identificar un cuerpo hallado el 16/9/7 en Villa Galicia, Lomas de Zamora, con impactos de proyectil varios. Por comparación genética con sus hijos se determinó que se trataba de Eduardo Rossen, trabajador de la Peugeot y militante de la JUP-Montoneros en Lanús cuyo asesinato se produjo posiblemente mismo día de su secuestro, realizado junto a su compañera embarazada Susana Beatriz Pugliese. Rossen fue visto por Alberto Maly sin vida en septiembre del ’77 en el Pozo de Quilmes. Pugliese fue ingresada sin vida días después al cementerio de Berazategui y fue exhumada e identificada en 2006. 

Sobre el Cementerio de La Plata la especialista del EAAF señaló que según los libros hubo 641 enterramientos de NN en dictadura, 263 de ellos con causal de muerte de pérdida de masa encefálica y 268 por heridas de arma de fuego. Informó también que entre los años ‘81 a ’84 unos 245 cuerpos fueron pasados al osario común, con lo cual se hizo imposible su búsqueda e identificación. En concreto se exhumaron 57 fosas y se  identificaron 34 esqueletos. Bernardi destacó la identificación  en 2011 de los restos de Ernesto Enrique Canga, empleado de la Peugeot secuestrado el  25/9/76 en City Bell, y visto en Pozo de Banfield entre septiembre y diciembre de ese año por Alicia Carminati y Pablo Díaz. El cuerpo presentaba múltiples lesiones de arma fuego y una herida premortem sanada con cayo óseo en fémur derecho, producto de una operación que Canga había tenido en 1975 con colocación de una placa y tornillos que estaban en el esqueleto. 

Sobre este cementerio fue crucial la tarea investigativa realizada por Adelina Dematti de Alaye en búsqueda de su hijo Carlos Esteban - dirigente de la UES secuestrado en mayo del ’77- compilada en el libro “La marca de la infamia” y donde describe toda la estructura formal de clandestinización de los enterramientos de víctimas del Terrorismo de Estado en La Plata.


Respecto al cementerio de General Villegas, en La Matanza, Bernardi destacó que allí hubo 392 inhumaciones de NN entre el ’76 y el ’80, particularmente en el sector O, tablón 4. Allí no había área delimitada de NN y sólo un espacio determinado para personas indigentes. De la tarea allí realizada y en lo que es de interés para este juicio se reseñó el caso de dos cadáveres hallados en San Justo e inhumados irregularmente allí. Uno se determinó como femenino y otro masculino. Del masculino se establecieron 14 impactos de bala y el hallazgo de algunos proyectiles junto al esqueleto. Con posterior análisis genético se determinó que se trataba de Manuel Coley Robles, obrero de la fábrica de vidrio Rigolleau de Berazategui secuestrado el  27/10/6 en Quilmes, y que sepultado con Cecilia Rotemberg, secuestrada el 5/1/77 en Isidro Casanova y fue vista dos días de febrero de ese año en el CCD “Puente 12”. 



VUELOS

La segunda testigo fue la también integrante del EAAF Mercedes Salado Puerto, doctora en biología, especialista en antropología biológica y activa en el equipo desde 2003. Con la ayuda de una presentación en Powerpoint se refirió a un grupo de personas cuyos restos fueron recuperados en los cementerios de General Lavalle, Villa Gesell y General Madariaga. Ello tiene que ver con la aparición de 15 cuerpos en 7 partidos de la costa bonaerense entre San Clemente y Villa Gesell entre el 16 y el 20 de diciembre del ‘78. Los cuerpos se recuperaron y se les realizaron autopsias por médicos forenses policiales, tras lo cual se dio destino de entierro en distintos cementerios 

En General Madariaga se ubicaron 3 cadáveres inhumados en la sección K. En febrero del ’86 el EAAF realizó las exhumaciones. Luego se los llevó a la Asesoría Pericial de La Plata y a la Morgue Judicial de la Nación donde tuvo acceso el EAAF recién en 2003. Así se analizaron dos cuerpos masculinos con mala preservación. Los cuerpos presentaban fracturas óseas producidas con carga mucha energía, lo que evidencia un mecanismo choque o golpe contra una superficie dura, compatible con una caída de altura. Ninguno tenía lesiones por arma de fuego y algunos poseían fracturas de huesos previas al deceso con regeneración de distintas temporaliades, entre15 días a 1 mes

Sobre un cuerpo aparecido en 17/12/78 e inhumado en Villa Gesell se trató de un masculino con signos de lesiones contusas por caída de altura y cuya sepultura recién fue exhumada en 2006 y pudo extraerse perfil biológico

Sobre lo ocurrido en General Lavalle la antropóloga reseño el derrotero de un grupo de cuerpos aparecidos en las costas del mar entre el 16 y 20 de noviembre del ‘78. Todos tuvieron autopsia y fueron inhumados en fosa común en General Lavalle con agregado de cal. Rescatados recién en 1894, se pudo constatar la mezcla de restos en distintas bolsas de nylon de donde se limpiaron y se hicieron inventarios, odontogramas y registro fotográfico. Pero se reinhumaron en mayo del ‘93 en General Lavalle en distinta fosa a la original. Vueltos a exhumar por el EAAF en 2005llevó más de 1 año de trabajo la reasociación de restos por individuo. Tras la toma de105 muestras genéticas, su análisis dio resultado de la identidad de 13 personas, 10 hombres y 3 mujeres. Todos presentaban fracturas de cráneo y politraumatismos por caída de altura. Uno fue identificado como Omar Farías, secuestrado el 13/11/77 en su casa de Quilmes y visto en la Brigada de esa localidad entre noviembre del ’77 y mayo del ‘78. En su caso se reagruparon los restos y se comparó material genético con sus familiares. En la causa por el Pozo de Quilmes se incluyen imputaciones por las desapariciones de Gladis Musante, esposa de Farías y secuestrada con él y confinada en el mismo período en ese CCD, y de Mirta, hermana de Gladis  secuestrada en febrero del ’77 y vista en el Pozo de Quilmes hasta febrero del ’78.

Sala Puerto agregó que a partir de 2008, lanzada la iniciativa latinoamericana del EAAF para comparación masiva de ADN entre la información obtenida de exhumaciones con datos de familiares de desaparecidos obrantes en el banco genético del organismo, se pudo identificar como parte de esas personas aparecidas en la costa bonaerense a 5 personas, Hector Baratti, Humberto Fraccaroli, ambos militantes del PCML secuestrados en febrero del ’77 en un operativo en La Plata, pasados por los CCD Comisaría 5ta y 8va, aparecidos en la costa bonaerense e inhumados como NN en el cementerio de General Lavalle. Allí también se identificó en similar situación a Hugo Julián Luna, militante social jujeño secuestrado en Quilmes en junio del ’78 y visto en el CCD “El Olimpo”.

Estos casos comienzan a develar la mecánica de los vuelos de la muerte producidos desde los distintos CCD del “Circuito Camps”, no sólo desde las Brigadas de Banfield, Quilmes y Lanús, sino también desde los campos de La Plata y el conurbano todo, muy probablemente desde las instalaciones de Campo de Mayo, donde el Ejército disponía de la infraestructura que posibilitara esta práctica.

Preguntada sobre si se puede afirmar que estas personas fueron  arrojadas con vida al mar, Salado Puerto contestó que desde la ciencia forense no lo pueden afirmar, que las autopsias se realizaron en su momento con los cuerpos muy descompuestos, y que ni los médicos que las realizaron pudieron determinar vitalidad al momento de la caída, aun ejecutando la tarea con tejido blando. “Es sólo una sospecha, pero no hay signos de asfixia por inmersión, sólo se determinó politraumatismo” concluyó la perito.


 

El juicio continúa el martes 1/12 con los testimonios de otras integrantes del EAAF que expondrán sobre el resto de los casos de identificación de restos de personas desaparecidas que forman parte de la acusación del debate.

Se puede seguir en vivo por los canales youtube del cij y del Tribunal Oral Federal 1 de La Plata.

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