viernes, 26 de marzo de 2021

16 DE MARZO DE 2021: DÉCIMO OCTAVA AUDIENCIA

DOS GENERACIONES

El debate continuó con los testimonios de dos sobrevivientes del Pozo de Banfield y de dos hijos de detenidos-desaparecidos confinados en ese CCD. Con los testimonios de Alejandro Reinhold, María Esther Alonso, Eduardo Nachman y Alejandrina Barry, dos generaciones de víctimas del Genocidio que esperaron 45 años para relatar el horror vivido.

Por HIJOS La Plata

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DE MAR DEL PLATA A BANFIELD

El primer testigo fue EDUARDO NACHMAN, hijo del teatrista y actor desaparecido Gregorio Nachman, secuestrado en aquella ciudad el 19 de junio de 1976, en una céntrica oficina donde estaba con su esposa y su cuñada. “Ese día en Mar del Plata secuestraron a mucha gente”, dijo Eduardo, y agregó que el mismo día por la tarde fue allanada la casa familiar donde estaban sus dos hermanos menores y sus primos. Por lo que pudo reconstruir la familia la patota era de la Brigada de Investigaciones local. Sin embargo “no supimos más nada de él”, aseguró Eduardo. La búsqueda de su padre incluyó una visita a la Comisaría 4ª de Mar del Plata “que era ya célebre por ser un centro de tortura y ahí me dijeron ‘¿A quién buscan? ¿Ah, Gregorio Nachman? ¿Ah, el actor, ah puto? ¿Pero además judío y zurdo? ¿Para qué buscan?’”, relató el hijo del desaparecido que cuando se llevaron a su padre tenía 19 años. Además de la falta de información la familia sufrió durante varias semanas la vigilancia de varios represores en el edificio donde vivían y la intervención del teléfono de su casa. Su relato, expuesto de manera virtual, fue interrumpido por varios problemas técnicos en la señal, y al retomar el testimonio Eduardo agregó que pese a realizar varias averiguaciones nunca encontraron nada. Supieron de un rumor que Gregorio había sido llevado en avión a Buenos aires pero no pudieron confirmar el dato. En esa época el PRT tenía un importante trabajo en el movimiento obrero de la industria del pescado, al que evaluaban como el más dinámico de la clase obrera marplatense, y también en el ámbito de la cultura, basado en la tarea del actor Antonio Luis Conti y el propio Nachman.


Recién en 2003, en el Juicio por la Verdad en La Plata el sobreviviente de Banfield Raúl Horacio Codesal habló de Gregorio. “Codesal hablaba de un director de teatro de Mar del Plata, un estupendo muchacho, pero que estaba con signos de demencia por las torturas recibidas”, contó Eduardo. Por Codesal supo que en Banfield también estuvieron ese invierno del ’76 Gladis Noemí García Niemann, Antonio Luis Conti, Daniel Ángel Román (militante del TERS-Política Obrera) y su hermana Nora Esther Román. Todos están desaparecidos, fueron secuestrados en el mismo operativo en Mar Del Plata, e identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense enterrados como NN en el cementerio de Avellaneda. EN el caso de Nora Ester Román fue identificada en el cementerio de Lomas. En curioso criterio de la justicia y la fiscalía, pese a haber sido secuestrados e inhumados juntos, sólo los casos de Nachman y García Niemann forman parte de la acusación de este debate. Desde hace algunos años y en memoria de este grupo de compañeros desaparecidos, el 19 de junio de cada año se conmemora el "Día del Actor Marplatense".

En el requerimiento de elevación a juicio de esta causa se da por probado el pase de Gregorio Nachman por el “Pozo de Banfield” entre el 20 de junio y el 15 de julio del ’76, en base al testimonio de Codesal, quien a su vez estuvo confinado en Banfield durante todo el mes de junio y la primera quincena de julio de aquel año. Como una muestra más de la tardanza impune de estos juicios, el sobreviviente Codesal se encuentra fallecido.

Las consecuencias de la desaparición de Gregorio en la familia Nachman fueron definidas por Eduardo como de “mucha desesperación”. Su madre se mudó a Buenos Aires, cayó en una depresión y con el tiempo falleció. Los hermanos debieron irse de Mar Del Plata como un exilio interno, hoy sufren de cardiopatía y están bajo tratamiento. “Cómo no van a ser cardiopáticos, si tienen roto el corazón”, dijo Eduardo que les dijo el médico una vez. Además su hermana falleció hace unos años.

Eduardo Nachman concluyó su testimonio con unas palabras escritas por su padre a los 19 años que dicen: “Hay una noche entre lo legal y lo justo. La injusticia se basa siempre en lo legal. (…) La ley es la defensa de la injusticia opulenta. Lo justo no necesita defensa. La ley puede interpretarse de varias maneras, de acuerdo a la injusticia que se quiera justificar. Lo justo no tiene discusión”.

La historia de vida y militancia cultural de Gregorio Nachman puede verse en el documental “Gregorio por Nachman”, que es parte de la tarea de reconstrucción de la figura de su padre que realizó Eduardo con sus familiares.

https://www.youtube.com/watch?v=DT7KCNRlpCI&ab_channel=LaOtraOreja

EL GRUPO DE LUJÁN

El segundo testimonio fue el de ALEJANDRO REINHOLD, detenido la noche del 24 de marzo de 1976 en el edificio donde vivía en el centro de Luján, a más de 70 kilómetros del Pozo de Banfield. Reinhold era trabajador de la Universidad de Luján, creada en 1972 y cuyo rector era Emilio Mignone, luego fundador del CELS. Reinhold era activista contra las reformas antipopulares en la universidad que encabezó Oscar Ivanisevich, ministro de Educación de la Nación designado en agosto de 1974 por la derecha peronista. Había sido despedido de la universidad tras un conflicto político de varios meses. Sobre las 11 de la noche del día del golpe de Estado le tocaron varias veces el timbre y divisó tres autos no identificados y represores de civil asediando el edificio donde vivía. Sabía del inminente golpe de Estado y conocía el accionar de la Triple A y otras bandas de la derecha peronista, y pensó que era un operativo de esos grupos. Entonces intentó esconderse desde el segundo piso al tanque de agua de la terraza del consorcio, pero fue descubierto y llevado a golpes a su departamento. En ese momento vio como parte del operativo a un oficial de la Comisaría de Luján de apellido Tubus, al que él conocía, que parecía estar al mando y que se identificó con nombre falso. Así revisaron toda su casa y luego lo llevaron hasta un Chevrolet 400 color azul que lo trasladó hasta la colectora de la ruta provincial en la entrada de la ciudad. Lo tabicaron, lo interrogaron sobre su trabajo y su actividad política y lo golpearon. Allí también estaban secuestrados Oscar Pellejero y Héctor Aurelio Phighin, con quienes trabajaba en la Universidad de Luján. Luego los tres fueron llevados en autos a un lugar que pudieron divisar que se identificaba como “Caballería” de la Policía, y se trataba del CCD Puente 12, la Brigada Güemes y la dependencia de Cuatrerismo ubicadas en La Matanza, donde fueron bajados, ubicados en una sala grande y donde pudieron escuchar gritos y alaridos de gente que era torturada.

Sobre el amanecer del día siguiente una patota los saca en grupo a un playón y los divide por su lugar de origen y los suben a unos furgones policiales. A ellos los ubicaron con un grupo de detenidos de San Andrés de Giles, en total unas 12 personas, y los llevaron al Pozo de Banfield. Al llegar al Pozo los subieron por una escalera y los pusieron en una galería con ventanal vidriado y calabozos. Los destabicaron y los pusieron en un calabozo pequeño. “Éramos unos 12. Ahí estuvimos entre ocho y trece días”, afirmó el testigo. En ese período recibían comida traída por uniformados del Ejército que le recordó a la que le daban cuando hizo el servicio militar. Al tercer día escuchó que trajeron un grupo de secuestrados muy jóvenes que habían sido torturados y a ellos los reubicaron para poder confinar a esos detenidos. “Los días siguientes se llevaban a algunos a la noche para torturarlos y a la madrugada los traían de vuelta”, dijo Reinhold. En Banfield identificó al mismo represor que había ordenado cargarlos en el furgón en Puente 12, y a otros genocidas como el imputado en este debate Jorge Antonio Bergés, médico policial que iba a ver al otro grupo de detenidos y al que en una oportunidad le pidió una pastilla para dormir. Pudo identificarlo en un reconocimiento fotográfico realizado tiempo después en la Secretaría de Derechos Humanos.

En Banfield en un momento a él sus compañeros de Luján les hicieron firmar una ficha en blanco, tras lo cual los sacaron a la galería y al playón de ingreso y les dijeron que los liberaban. Los llevaron en un furgón hasta el Regimiento de Mercedes custodiados por un Puegeot 400 color claro. Luego los llevaron en el auto al cruce de las ruta 41 y 5, en las afueras de Luján, los liberaron y les dijeron que no contaran dónde habían estado porque iban a estar vigilados. Era el 10 de abril de 1976.

El sobreviviente recordó que un cabo de apellido Silva de Luján le avisó a su esposa y a la de Pellejero que estaban en Banfield, y cuando las mujeres fueron a reclamar les dijeron que no constaban en los registros. 

Reinhold recordó a otros detenidos de los que supo que pasaron por Banfield como Emilio Marchione, ex Juez de Paz de San Andrés de Giles, sobreviviente que estuvo en Banfield entre el 25 y 26 de marzo del ’76 y de quien se constató su fallecimiento hace poco tiempo. También mencionó a “La Cholita” Iribarren de San Andrés de Giles, y a Gustavo Trombetta, secretario de gobierno de ese municipio y militante peronista, ambos cercanos a Héctor José Cámpora, que tras su renuncia a la presidencia de la Nación en 1973 se había retirado a su casa de Giles. Sobre el grupo de detenidos de Luján se espera en el debate el testimonio de Oscar Pellejero. Del sobreviviente Héctor Phighin se constató que falleció.

EL TERROR DE ESTADO PREVIO AL GOLPE

El tercer testimonio fue el de MARÍA ESTHER ALONSO, secuestrada en Bernal el 13 de noviembre de 1974 a los 18 años y que pasó 1 mes de aquel año desaparecida en el Pozo de Banfield.

La sobreviviente contó que por entonces vivía en una casa en Bernal con sus compañeros Víctor Manuel Taboada, Nelfa Suárez, Dalmiro Suarez y Delfina Morales, que estaba embarazada y a término para dar a luz. 

Al llegar a su casa por la noche con Taboada fueron sorprendidos por una patota de civil que los reduce y los metieron en el piso de un Ford Falcon blanco y los llevaron a la comisaría de Bernal. Allí fue interrogada sobre sus compañeros y estuvo dos días en una celda grande con una pileta de donde podía tomar agua. En un momento apareció un represor canoso a las patadas que dijo “yo soy el coronel y vengo a reventar a cuatro subversivos. Me molestan un fin de semana para que venga”. Luego la pusieron en la caja de una camioneta sobre otros secuestrados, entre los que reconoció a Dalmiro Suárez. 

Entonces los llevaron tabicados a un CCD que cree era Cuatrerismo- Protobanco-Brigada Güemes. Allí los pusieron en un galpón y fue torturada con picana eléctrica y sometida a simulacro de fusilamiento. “Me ponían un sifón en los oídos, me pasaban electricidad en los pies y en la pelvis”, dijo Alonso y agregó que “a mi izquierda escuchaba ruidos de agua de un piletón, más allá escuchaba la voz de Dalmiro y a unos dos metros se escuchaba como que era Víctor que lo tenían atado, que lo colgaban y lo ahogaban. Yo estaba aterrorizada”. Agregó que en ese CCD fue víctima de abuso sexual. Luego la llevaron al Pozo de Banfield, adonde llegó el 15 de noviembre del ’74 muy lastimada por la tortura. 

Durante el mes que estuvo recluida en Banfield en una celda del primer piso pudo saber del paso por ese lugar de Nelfa y Dalmiro Suárez y la pareja Susana Mata-Alejandro Barry. Luego de dos semanas en las que la visitó un médico y pudo recuperarse de las heridas, le hicieron firmar una declaración donde “decía que yo era culpable de todo”. Además le trajeron unas zapatillas con un mensaje de su familia oculto en la plantilla que decía “te queremos mucho”. Afirmó que nunca supo cómo sus padres habían dado con ella en ese CCD y que nunca hablaron del tema. En diciembre del ’74 la llevaron a un juzgado en La Plata, donde le tomaron una declaración y, por un descuido del personal judicial pudo ver una carpeta donde se constataba el asesinato de Víctor Taboada. Entonces la trasladaron a la cárcel de Olmos. Allí la pusieron en una casa con otras presas políticas, entre ellas Silvia Ibarra, Nelfa Suárez, Delfina Morales y sus hijas, Silvia Negro, Nelly Ramos, Alicia Bello, Susana Mata, Raquel Itaí y Estela Maris Martínez. La mayoría de ellas son caso en este debate por su paso por el Pozo de Banfield durante el tercer gobierno peronista. De Olmos María Esther Alonso fue liberada el 10 de marzo de 1975 en un episodio donde por altoparlantes anunciaban que “se va una guerrillera en libertad”. Desde entonces comenzó a vivir en la clandestinidad porque había seguimientos de su situación en la casa de sus padres. Finalmente se exilió del país en mayo del ’77.

Para finalizar su testimonio Alonso dijo: “Yo les agradezco a todos que siga presente este tema. Como una lucecita chiquita. Que no se olvide todo esto. Memoria, Verdad y Justicia”.

LA CONSTRUCCIÓN DEL ENEMIGO

El testimonio final fue el de ALEJANDRINA BARRY, hija de los militantes montoneros desaparecidos Susana Mata y Juan Alejandro Barry.

 Barry comenzó el relato aclarando que “este es un juicio por el que esperamos muchos años y por el que luchamos muchos años. Queríamos reivindicar la lucha de los familiares y de los sobrevivientes para que este juicio fuera posible”, y agrego dirigiéndose al tribunal que “no hubiera conocido mi historia si no fuera por la lucha colectiva”. A su vez recordó las figuras militantes de las integrantes de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos Adriana Calvo y a Nilda Eloy, fallecidas en los últimos años y cuya coherente tarea militante conformó mucha de la prueba existente en las causas por los CCD de Banfield, Quilmes y El Infierno.

Luego Barry sentenció con total pertinencia que “el plan genocida comenzó antes del 76” y que “los responsables del genocidio no están siendo juzgados”. También reivindicó a su madre Susana Mata como una docente y militante, secretaria del sindicato docente de Almirante Brown en el momento de su detención. “Era militante montonera como el resto de mi familia”. La pareja Barry-Mata fue secuestrada en noviembre de 1974 y llevada al Pozo de Banfield hasta diciembre de ese año. Susana cursaba un embarazo de 7 meses de Alejandrina. Fue llevada a la cárcel de Olmos como presa política, donde nació Alejandrina el 19 de marzo de 1975. Juan Alejandro Barry, fue llevado primero a una comisaría de Lomas de Zamora y luego a la Brigada de Banfield. Sus padres dueron liberados en el ’75, se mudaron a Rosario y luego a Montevideo, donde fueron perseguidos, asesinados en diciembre del ’77 y enterrados como NN en el cementerio local.

La testigo dijo que supo que su mamá estuvo en Olmos por su tío y por otra compañera. Además otras compañeras de cárcel de su mamá le contaron relatos de cuando la fueron a ver encarcelada en una camilla.

“Sé que antes de Olmos mi mamá estuvo en el Pozo de Banfield por Nelfa Suárez de Rufino”, precisó. En audiencias anteriores, Laura Franchi, sobreviviente, contó que Susana llegó “muy mal a Olmos. Muy debilitada”.

“Mi mamá salió meses después de mi nacimiento”, dijo, pero “la persecución represiva siguió en Uruguay”, advirtió.

“En diciembre de 1977, estando yo con ellos, somos víctimas de un operativo conjunto de las Fuerzas Armadas argentinas y uruguayas” en el que participó el Grupo de Tareas 3.3.2 de la Escuela de Mecánica de la Armada. Desde entonces, sus padres están desaparecidos y ella fue secuestrada y utilizada para una campaña psicológica cómplice de las dictaduras argentina y uruguaya. 

“Fui tapa de las principales revistas de Editorial Atlántida y de la revista Gente con frases como ‘los hijos del terror’ o ‘Alejandrina está sola’ haciendo una campaña, diciendo que yo había sido abandonada por mis padres y ocultando la verdad, cuando mis padres habían sido asesinados”, sostuvo. Barry puntualizó que desde hace años es querellante junto con la abogada Myriam Bregman en una causa contra quienes hicieron aquella “campaña mediática”.

La revista Para Ti publicó una nota el 16 de enero de 1978 con el título “A ellos no les importaba Alejandra”. Esa infamia cierra una serie de artículos interrelacionados de las revistas de Editorial Atlántida. El primero, “Los Hijos del Terror”, apareció en Somos, el 30 de diciembre de 1977; y el segundo, “Esto también es terrorismo. Alejandra está sola”, en Gente, dirigida por Anibal Vigil y Samuel “Chiche” Gelblung, el 5 de enero de 1978.

Los detalles de aquella infamia pueden verse en el documental “LA construcción del enemigo” de Gabi y el Grupo Boedo Films, que reconstruye los hechos ocurridos en la navidad de 1977 en Montevideo, cuando un operativo en el marco del Plan Cóndor asesinó a Juan Alejandro y Susana , secuestrando a Alejandrina de poco menos de tres años.

https://www.youtube.com/watch?v=vVTw7i44jzI&ab_channel=contraimagen


Además la testigo reivindicó a sus tíos Jorge, Enrique y Susana y no dudó en señalar a la jerarquía de la Iglesia católica como el “brazo ejecutor para obtener información de las familias de las víctimas”, porque miles de familiares acudían ingenuamente en busca de ayuda a representantes de la Iglesia, como el obispo Emilio Graselli, a quien nombró expresamente. EN los juzgados federales de La Plata existe una causa contra Graselli y la jerarquía de la iglesia, donde figuran copias de más de 40 de las fichas de familiares que confeccionaba la iglesia para luego pasárselas como listas a los represores, pero nunca se movió el expediente.

Alejandrina Barry fue contundente al afirmar que la Iglesia católica tiene información, al igual que la ex SIDE, donde tras numerosas presentaciones logró obtener “tres hojas sobre su padre”. La querella de Justicia Ya, pidió al Tribunal que se incorporen las fichas de la ex SIDE y las que armaba Graselli. Sobre el punto la hija de desaparecidos dijo: “Los servicios de inteligencia siguen teniendo información de cada desaparecido”.

Barry terminó su declaración reclamando por los 300 nietos que falta recuperar. “Falta juzgar a civiles, falta juzgar a la Iglesia y abrir los archivos de la represión”, cerró.


Por los casos de Alonso, Barry, Mata y los demás militantes secuestrados en Banfield en los años ’74 y 75 están imputados en este juicio Juan Miguel Wolk, Jefe de la división Delitos contra la Propiedad y Delitos contra las Personas, así como también Jefe de la Dirección de Investigaciones “Zona Metropolitana”, todos con sede en el edificio del Pozo de Banfield previo al golpe; Antonio Herminio Simón, Segundo Jefe del Destacamento de Inteligencia 101 al momento de los hechos; y Guillermo Dominguez Matheu, jefe de Actividades Psicológicas del 101 entre el ’75 y el ’76. Los tres asisten al juicio desde la cómoda prisión domiciliaria.

 

El juicio continúa el 23 de marzo más testimonios de familiares de las víctimas y sobrevivientes del Genocidio. Se puede seguir en vivo todos los martes por la mañana por los canales youtube del CIJ y del Tribunal Oral Federal 1 de La Plata.


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