martes, 30 de marzo de 2021

23 DE MARZO DE 2021: AUDENCIA DÉCIMO NÓVENA

COMPLICIDAD PATRONAL


El debate continuó con los testimonios de dos trabajadores despedidos y secuestrados por su actividad sindical, más el relato del hermano de un militante y obrero rural desaparecido. Nicolás Barrionuevo, obrero de SAIAR, Oscar Pellejero, no docente de la Universidad de Luján, y Sixto García, hermano de un delegado de la FATRE, reflejaron en su propia experiencia de vida la complicidad patronal que aportó listas y logística para que se concretara el genocidio durante la última dictadura.


Por HIJOS La Plata

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LOS OBREROS DE SAIAR

La audiencia comenzó con el testimonio de NICOLÁS ADÁN BARRIONUEVO, trabajador de la firma de termotanques SAIAR de Quilmes y ex detenido de los CCD Pozo de Banfield e Infierno.

El 13 abril del ’76 el Ejército ingresó en la fábrica SAIAR y se realizó una reunión con el jefe de personal Juan Manuel Martínez Riviere, un oscuro personaje contratado seis meses antes del golpe para aplicar ajuste y persecución a los trabajadores de la planta. Durante aquella jornada con los represores en la planta, Barrionuevo vio como revisaban las taquillas de los trabajadores y con un listado aportado por la empresa lo separaron con otros obreros: Argentino Cabral, Jorge Varela, Mariano Aransenchuk, Raúl Codesal y Marcos Alegría.  Los llevaron a la Comisaría 1ra de Quilmes. En el traslado iba presente el propio Martínez Riviere, que luego hizo pasar el hecho como un secuestro cuando en verdad era parte de la operatoria desaparecedora. De hecho en la dependencia policial Barrionuevo sufrió un interrogatorio de parte del gerente, en combinación con un capitán del Ejército, pidiendo nombres de sus compañeros e información de la organización Montoneros. Un día después fue llevado a la Comisaría de Temperley por 10 días y luego lo liberaron. Decidió volver al trabajo, pese a que había evidentes controles de las fuerzas represivas y la gerencia. Los secuestros de operarios de SAIAR siguieron durante todo el año ‘76. Barrionuevo dijo que eso “eran torturados y luego devueltos” y eso “pegaba muy fuerte en los trabajadores porque era un acto intimidatorio”. Las mayoría de las detenciones ilegales se produjeron en un edificio que la fábrica había destinado a los obreros, ubicado en Corrientes y Urquiza, Quilmes.

Tanto Cabral como Varela, Aransenchuk, Codesal y Alegría fueron volvieron a sufrir secuestros ese otoño-invierno del ’76 y pasaron por la Brigada de Investigaciones de Banfield. A Barrionuevo lo volvieron a buscar el 10 de junio del ’76, esta vez en su casa. Lo sorprendieron militares con ropa de fajina de madrugada cuando dormía con su esposa y sus 4 hijos. Les robaron las pocas cosas de valor que tenían y a Nicolás lo subieron a un Falcon para llevarlo al “Pozo de Banfield”. Allí fue sometido a torturas con picana eléctrica. “La segunda vez creía que no salía de ahí”, dijo el sobreviviente. 

En Banfield estuvo siempre tabicado y confirmó que para llevarlo a torturar lo subían y bajaban por unas escaleras. Otros detenidos le confirmaron que se trataba de la Brigada de Banfield. Comunicándose de celda a celda Barrionuevo encontró a un compañero cordobés que le confirmó que por allí pasaron también Edith Vera Páez y su esposo Rodríguez, oriunda de Cruz del Eje y delegada de la autopartista ILASA secuestrada en marzo del ’76 en Capital Federal. En una oportunidad lo torturaron en presencia de su compañero de SAIAR Raúl Codesal y les preguntaban por una reunión gremial que había habido hacía un tiempo. Tras varias sesiones en la “parrilla” y un mes de cautiverio en Banfield, Barrionuevo fue llevado a la Brigada de Investigaciones de Lanús con sede en Avellaneda, CCD conocido como “El Infierno”. Lo siguió en ese recorrido Codesal, que había sido secuestrado en su casa de Quilmes en junio del ’76, y había pasado unas horas en la Brigada de Quilmes, dos semanas en el “Pozo de Banfield”, luego 3 días en "El Banco" y de regreso a Banfield hasta mediados de julio del mismo año. Aquel invierno Barrionuevo y Codesal llegaron casi desnudos al “Infierno” y siguieron sufriendo distintos maltratos. El 24 de agosto del ’76 Barrionuevo fue llevado a la cárcel de Devoto y un mes más tarde a la Unidad 9 de La Plata, donde fueron sometidos a la “recibida” con golpes de puño, patadas y palazos por los penitenciarios comandados por Abel David Dupuy. Luego gestionó la salida del país, pero se la negaron y recién en julio del ’82 le dieron libertad vigilada hasta diciembre de ese año.

El sobreviviente recordó que los delegados de SAIAR reclamaban el cumplimiento de la ley 19.587 de Higiene y Seguridad en el trabajo, sancionada en el año ‘72, que garantizaba plus por producción, comedor, y elementos de seguridad. “Trabajábamos con muchos balancines, que para el cuerpo humano son una guillotina”, reflexionó, y agregó que “había compañeros a los que les faltaba un dedo o parte de la mano y eso no era considerado un accidente grave”.

Otro represor que dirigió la represión en SAIAR fue Guillermo Minicucci, Jefe del Escuadrón de Exploración de Caballería Blindada 10, ubicado al lado del Regimiento 3 en La Tabalada. Minicucci actuó bajo el apodo de “Rolando”, en los ’80 estuvo procesado por más de 105 delitos y fue amnistiado con las leyes de impunidad. 

Barrionuevo, que fue obligado a renunciar a su trabajo, brindó un completo y extenso testimonio donde reflejó la represión que sufrieron los obreros de SAIAR con la plena participación de la patronal en la operatoria desaparecedora. A 45 años del golpe genocida recién se comienzan a desentrañar los delitos del grupo Garovaglio - Zorraquín que por los favores represivos ofrecidos a la dictadura recibió 340 millones de dólares, y fue el décimo responsable del endeudamiento externo privado durante los años de plomo.


REPRESIÓN EN LA GRANJA 

El segundo testimonio fue el de SIXTO GARCÍA, hermano de Silvano José García detenido desaparecido en el Pozo de Banfield quien pasó por ese CCD entre el 8 y el 15 de abril del ’76.

Sixto contó que al momento de los hechos vivía en Merlo y trabajaba en la empresa Pirelli de esa localidad. Dijo que él estaba atravesando una adicción al alcohol que le impidió saber muchas cosas sucedidas en la época. Agregó que su hermano Silvano trabajaba y era delegado en la granja y productora avícola San Sebastián en Zelaya, una localidad rural cercana al río Luján en el partido de Pilar. Para ello se movía en una camioneta F100 roja. En ese el móvil también realizaba volanteadas y pintadas por su militancia política. Para marzo del ’76 y a través de su hermano menor, Martín, supo que en Zelaya había unas personas preguntando por la camioneta roja. 

Silvano había nacido en diciembre de 1945. Trabajaba y vivía en la granja San Sebastián, donde la empresa le había otorgado una vivienda que compartí con su mujer, Azucena de Rabbo, y sus hijos. Era delegado de la Federación Argentina de Trabajadores Rurales (FATRE) y militaba en la Juventud Trabajadora Peronista (JTP). Sus compañeros lo apodaban “Larga” o “Nito”. Ante los permanentes hostigamientos que se vivían decidió sacar a su familia de la granja y llevarlos a casa de unos parientes en Merlo. Luego regresó a la granja con la convicción continuar luchando y, según dijo Sixto, porque “no quiero que mis compañeros piensen que soy cobarde”. Silvano le había dicho a su familia que si no tenían noticias de él en 3 días lo buscaran en la granja. Fue secuestrado el 26 de marzo del ’76. Su hermano Martín fue hasta su vivienda en la granja y encontró los rastros del operativo en la casa dada vueltas. Varios trabajadores que también vivían en la granja les dijeron a sus familiares que vieron movimiento de móviles militares en dirección a la vivienda de Silvano. A partir de allí la familia inició la búsqueda en las comisarías de Pilar y Escobar, así como la presentación de habeas corpus, siempre con resultado negativo.

En esa época la zona era solada por las patotas de la policía bonaerense comandadas por el represor Luis Abelardo Patti, hoy condenado a perpetua por las desapariciones de los militantes Gastón Roberto José Gonçalves, Diego Muniz Barreto, Carlos Daniel Souto, Guillermo David, Luis Rodolfo  D'Amico, Osvaldo Cambiasso y Eduardo Pereyra Rossi. 

En la instrucción de esta causa figura la testimonial de Orlando Edmundo Ubiedo, hermano del sobreviviente de Banfield Valerio Salvador Ubiedo, que en 2009 dijo ante la justicia federal de San Martín que él era secretario general del gremio de los rurales y trabajaba en San Sebastián junto con Silvano García, que a su vez integraba la comisión interna de la fábrica. Lo conocía desde el año ’66 y juntos desarrollaban una lucha por convenios para los trabajadores rurales, una actividad que se hacía completamente en negro y sin condiciones de salubridad. Afirmó que en esa militancia tuvieron varias reuniones con los directivos de la empresa, entre ellos el fallecido Armando Piñeiro y el gerente administrativo de apellido Deguine. Dijo que desde antes del golpe de Estado del ’76 ya estaban sufriendo persecución política y se les complicó la tarea sindical. Días antes del golpe tenían vigilancia permanente de un Falcon verde en la puerta del sindicato. Su hermano, delegado del Molino de la empresa San Sebastián, fue víctima de secuestro y torturas en diciembre del ’75 y fue liberado. El represor Patti encabezó ese operativo. 

En la audiencia 16 de este debate Ubiedo reiteró que su hermano, fallecido hace 20 años, le contó que tras un segundo secuestro y cuando estuvo confinado en el Pozo de Banfield en abril del ’76 pudo ver a varios detenidos, entre ellos Silvano José García, a quien conocía de Escobar. Por la fecha de estancia de Valerio Ubiedo en Banfield se tiene por cierto que Silvano García estuvo en ese CCD por lo menos entre el 8 y el 15 de abril del ’76. Por su caso están acusados los policías Juan Miguel Wolk, Raúl Rodríguez y Jorge Bergés, el ministro de Gobierno de facto Jaime Smart, el jefe del regimiento 3 de La Tablada Federico Minicucci, y los integrantes del Destacamento 101 de Inteligencia Guillermo Domínguez Matheu, Carlos Gustavo Fontana, Ricardo Fernández y Pedro Palavezatti.

La empresa avícola San Sebastián estuvo gerenciada por la familia de Manuel Gurmendi y fue la primera en el país en integrar la producción avícola desde la crianza hasta la faena. En su auge concentraba cerca del 20% del mercado argentino de pollos. Tras la apertura de la importación de pollos desde Brasil en los ’90 la firma cerró, pasó a manos de una cooperativa que no pudo ponerla a producir, se decretó quebrada en 2006 y fue comprada por Granja Tres Arroyos en 2010.  Tal como se escuchó en este debate referido a la firma de termotanques Saiar de Quilmes, queda claro con el caso de Silvano José García secuestrado dentro de la planta de la empresa San Sebastián, la participación de firmas líderes del mercado argentino en la desaparición de sus delegados durante la última dictadura.

 


DE LUJÁN AL POZO DE BANFIELD

El último testimonio correspondió a OSCAR PELLEJERO, trabajador no docente de la Universidad de Luján secuestrado la madrugada del 24 al 25 de marzo del ’76 y sobreviviente de los CCD Puente 12 y del Pozo de Banfield. 

Pellejero comenzó relatando que esa madrugada un grupo operativo con varios autos lo sacó de su casa encapuchado y lo llevaron en los vehículos con otras personas detenidas hasta la autopista de acceso oeste a la ciudad de Luján. En el camino reconoció las voces de sus compañeros Alejandro Reinhold y Héctor Aurelio Phighin. Allí les hicieron un simulacro de fusilamiento y los trasladaron a Puente 12 en La Matanza. A la noche del día siguiente los represores de civil que los custodiaban les sacaron la ropa y sus pertenencias y los vistieron con ropa vieja. Después los cargaron atados y encapuchados en una camioneta e hicieron un recorrido donde pararon en el camino, bajaron  un grupo, luego siguieron y los llevaron a otra dependencia con portón y garage. Allí los bajaron del vehículo, los subieron 2 pisos por escaleras y los pusieron en calabozos individuales. A la mañana siguiente personal de civil les dijeron que no hablaran, les trajeron comida y les permitieron ir al baño. Por la tarde o noche los revisaba un médico que les daba pastillas para dormir y 2 cigarrillos. Con posterioridad pudieron saber que se trataba de Jorge Antonio Bergés, imputado en esta causa. Pellejero recordó que en el piso en que estaban había muchos calabozos y que al tercer día se llenó el lugar con detenidos por lo que los pusieron de a 2 por calabozo. A él le tocó con Alejandro Reinhold, compañero suyo de trabajo en la Universidad de Luján, y les dieron más libertad de movimiento. En la audiencia 18 de este debate el sobreviviente Reinhold contó su secuestro en Luján la noche del 24 de marzo de 1976, su traslado a la ruta de acceso a la ciudad,  los interrogatorios que allí sufrió y su encuentro en ese lugar con Oscar Pellejero y Phighin, con quienes trabajaba en la Universidad de Luján. Agregó que fueron trasladados juntos a Puente 12 y luego al Pozo de Banfield.

En el mismo piso que el grupo de Luján estaba un grupo de 5 personas de San Andrés de Giles vinculados al ex presidente Héctor Cámpora, entre ellos 2 mujeres. 

Pellejero describió los calabozos de Banfield como “de 2 un por 1,50 metros, no más, puertas de fierro ciega con mirilla, piso de cerámica tipo teja chiquita, que con Reinhold las usábamos para jugar al ajedrez con piezas de papel, y los baños al fondo del pasillo en el lado opuesto a las escaleras”.

Según el sobreviviente en Banfield al grupo de ellos no los torturaron ni recibieron golpes, sí escuchaban que se torturaba a otros detenidos, y recordó que les prohibieron hablar especialmente con los detenidos de los calabozos de adelante del pasillo. Tras 12 o 13 días vino personal al que por el lenguaje identificaron como del Ejército que les dijeron que “lo de ustedes ya está terminado”, les hicieron firmar papeles un blanco, los encapucharon y los llevaron en otro vehículo hasta el Regimiento de Mercedes, y luego hasta San Andrés de Giles ya que había detenidos de esa localidad. Allí los cambiaron de vehículo y los liberaron en las afueras de Luján, los liberaron. Los tres ex trabajadores de la universidad fueron liberados juntos el 10 de abril de 1976. Según Pellejero los que los liberaron “estaban de civil pero eran militares”. Agregó que al único que identificó bien como militar fue a un oficial que había ido a hacer preguntas a su trabajo vestido de militar y con una pistola antigua colgada en el pecho, y luego lo divisó integrando el grupo que lo secuestró en su casa.

El sobreviviente recordó que su esposa junto a la de Reinhold realizaron una búsqueda por su cuenta. En su caso hasta le aceptaron una denuncia por secuestro en la comisaría del pueblo de Jáuregui. En Luján obtuvieron un dato de que estaban en la Brigada de Banfield, pero cuando las mujeres fueron al Pozo le negaron que estuvieran allí.

Finalmente Pellejero contó que cuando volvió a su trabajo como director de personal en la Universidad, ya intervenida, le preguntaron si había sido torturado: “me llamó la atención”, dijo. Le informaron que estaba “en investigación” y suspendido sin goce de sueldo, por lo cual no podía pisar la Universidad. Pellejero recordó que la Universidad de Luján fue la primera en el país en incluir a los no docentes en el gobierno universitario, y él, Reinhold y Phighin fueron los primeros consejeros en ese cargo. Concluyó diciendo que cuando ya estaba en libertad a otro compañero de trabajo le volaron la casa muy cerca de la suya y entonces decidió llevar a su familia a Bahía Blanca mientras él seguía buscando trabajo en Luján. Pero finalmente consiguió trabajo de auditor de la UOCRA en Bahía Blanca y se afincó allí en junio del ‘76. 


El juicio continúa el 30 de marzo más testimonios de familiares de las víctimas y sobrevivientes del Genocidio.  Se puede seguir en vivo todos los martes por la mañana por los canales youtube del CIJ y del Tribunal Oral Federal 1 de La Plata.




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